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RELEVO EN LA DIRECCIÓN DEL PCE

El elegido para llevar el partido al siglo XXI

Dicen que el pasado casi siempre termina por morderte los tobillos. Y algún viejo comunista recuerda ahora que Francisco Frutos ha terminado siendo secretario general de un partido en el que tuvo auténticos problemas por oponerse a su apertura. Ironías del destino.Pero a Frutos, nacido en Calella de la Costa (Barcelona) en 1939, nadie puede negarle ni años de militancia ni origen obrero. Ha sido albañil, agricultor y trabajador industrial. Y, si se trata de sacar pecho, puede poner sobre la mesa que, cuando otros andaban preguntándose en 1964 por las grandes dudas existenciales, él estaba pegado al polvo, organizando CCOO de Cataluña.

Entró en el PSUC en 1969. Y ya ha llovido desde entonces. Pero ha mantenido sin vacilaciones sus más firmes y radicales ideas en lo político. Ni siquiera se ha permitido cambiar en su propia organización, en la que fue tachado de leninista cuando el partido intentaba abrirse a la sociedad y buscaba la reconciliación como fórmula para consolidarse. El tiempo, sin duda, es siempre piadoso. Y el tiempo ha dejado caer su manto misericorde sobre su contestada etapa como secretario general del PSUC.

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Sus convicciones le llevaron a enfrentarse a renovadores y eurocomunistas en una defensa, con uñas y dientes, de sus convicciones leninistas. ¿Y es que importa ya a alguien que su mandato causara la escisión de los prosoviéticos del PCC (Partido Comunista de Cataluña) y un precipitado VI Congreso para resolver la crisis? Historias que dejan escrito algo más que un pie de página en la historia del comunismo español. Pero que tampoco han sido causa para que Frutos renunciara ni a un ápice de sus ideas. Las ideas, cuando se mantienen durante largo tiempo, se llaman coherencia y justifican pecados de juventud.

De Barcelona a Madrid

Tras el VI Congreso del PSUC, Frutos dejó Barcelona y comenzó su carrera política en Madrid. En 1988 llegó incluso a competir con Julio Anguita por la Secretaría General y ayer recibía de él precisamente el testigo, y el abrazo, para pilotar una de las etapas que se adivinan más difíciles del PCE.Este hombre, al que posiblemente su timidez le dé un cierto aire bronco y huidizo, mantiene una indudable veneración por don Quijote. Pocos pueden presumir, como él, de haber logrado unir uno de los discursos más bellos del Hidalgo de la Mancha, el de las armas y las letras, con el mismísimo Manifiesto Comunista. Dicen los que le conocen que en lo privado es de afectuoso trato y que su escaso y raro sentido del humor lo compensa con su amistad a toda prueba.

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Nadie sabe cuál será el PCE de Frutos. Sólo el camarada tiempo dirá si el leninista que promovió una de las crisis más profundas del PSUC será quien conduzca al PCE hasta el siglo XXI. Pero ¿es que acaso Dios, también para los comunistas, no escribe derecho con renglones torcidos?

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