_
_
_
_
FÚTBOL DUODÉCIMA JORNADA DE LIGA

El Valencia frena la racha del Celta

El equipo de Ranieri tiró de contragolpe

El Valencia volvió a hacer una apología del contrgolpe. Se llevó un punto con menos méritos de los debidos, pero con la colaboración de los defensas del Celta, que anduvieron despistados en los goles del equipo de Ranieri.En Balaídos, el Valencia sobrevivió con el agua al cuello y aguantó el tipo cuando se presagiaba goleada, pero en cuanto le vio la cara de cerca a Dutruel le obligó a recoger el balón de la portería. Víctima de sus riesgos, el Celta encajó dos goles. Tan cierto como que convirtió el partido en una amenaza constante que le hizo anotar otros dos y contar por decenas sus oportunidades. Todo ello en un choque que ni de lejos fue de los mejores y en el que acabó por pagar el peaje de una banda mal cerrada. Fue la derecha, huérfana de Michel Salgado, que se convirtió en un filón para los de Ranieri. Por allí se asomaron muy de vez en cuando y por allí taponaron cualquier posibilidad de los de Vigo de recuperar el primer puesto.

CELTA 2

VALENCIA 2Celta: Dutruel; Dan Eggen, Cáceres, Djorovic; Karpin, Makelele, Mazinho, Tomás (Berges, m. 64); Mostovoi; Sánchez y Penev (Gudelj, m. 64). Valencia: Cañizares; Roche, Djukic, Carboni; Angulo, Popescu (Anglomá, m. 63), Milla, Mendieta, Schwartz (Juanfran, m. 81); Claudio López y Illie. Goles: 0-1. M. 22. Popescu remata en plancha un centro desde la izquierda de Schwartz. 1-1. M. 32. Mostovoi roba el balón a Carboni y bate a Cañizares por la derecha de su derecha. 2-1. M. 57. Karpin mete en profundidad para Sánchez que cruza el balón ante la salida de Cañizares. 2-2. M. 71. Illie aprovecha un mal despeje de Dan Eggen y bate a Dutruel de volea. Árbitro: Andradas Asurmendi. Mostró amarillas a Milla, Penev, Mostovoi, Claudio López, Cáceres y Karpin. Unos 25.000 espectadores en el estadio de Balaídos.

Más información
Primer empate valencianista de la temporada

Tal y como organizó el equipo Víctor Fernández, el partido evolucionó de una forma lógica. Apostó el técnico del Celta por una defensa escueta, con una torre como Dan Eggen pendiente del costado derecho y con el resto de la tropa a la caza de Cañizares. Y como era de esperar el portero valencianista vivió una jornada de trabajo a destajo en la que intervino a razón de cada cinco minutos. No había entrado el equipo vigués en el trance futbolístico que electrifica partidos y avasalla rivales, como le ocurre a menudo, aunque sí pareció superior y acumuló ocasiones. El riesgo, sin embargo, tomó cuerpo en esa banda a la intemperie, que explotó Illie con un balón interminable al que no llegó Dan Eggen, pero sí Mendieta. Desde la izquierda largó un centro al corazón del área, que Popescu convirtió en gol lanzándose en plancha. Lo que se temía Balaídos: mucho riesgo e interpretación impecable del manual del contragolpe.

A la espera del latigazo del Celta, siguió el grupo de Fernández con el mismo fútbol de ritmo medio pero superior al del Valencia. Esperaban los de Mestalla detrás de una defensa de cinco hombres reforzada pocos metros por detrás por otros tres zagueros. Rendía el equipo a un nivel óptimo cuando uno de sus hombres comenzó a sacar el partido del atolladero en el hiperpoblado centro del campo de Balaídos. Fue el de siempre: Mostovoi. Un prestidigitador que marca la diferencia en una plantilla superior. Cuando el balón le busca sabe la hinchada que algo fuera de lo común está a punto de ocurrir, y suele ser su magia la que transmite el calambrazo al grupo.

Mostovoi empujó al Celta y lo sacó del pozo no con un golpe de ingenio, sino de rabia; la mala uva de quien pierde considerándose superior fue la que intimidó a Carboni y le llevó a entregar el balón al mago y a colocar a Cañizares ante el paredón. Fue gol, pero no un gol de los que cambian un partido, porque continuó la misma actitud casi prepotente de los de Vigo, su fútbol al ralentí que obligaba a concentrar los esfuerzos del Valencia en defenderse.

Vivió un partido más cómodo el equipo de Ranieri después del descanso, y ello a pesar de permanecer un cuarto de hora al borde del desastre. Fueron los 15 minutos posteriores al gol de Sánchez. En ese tiempo parecía el Celta alcanzar su nirvana. Se diría de hecho, que el partido estaba resuelto para los de Vigo, con el marcador a favor, con el rugido de la grada, con el carrusel de oportunidades. Pero de nuevo explotó el Valencia el punto negro de su rival, ese hueco del sancionado Salgado que tantos problemas ocasionó a Dan Eggen. Un despeje en apariencia fácil del defensa noruego dejó el balón en la bota de Illie, que enganchó una volea terrible que no pudo detener Dutruel. Al equipo de Ranieri sólo le quedó esperar que se diluyera el Celta en el cansancio de una semana de grandes compromisos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_