"Phenomenon"

¿Qué pensaríamos de un señor que se cree solidario porque presta a otro 100 pesetas al tiempo que le roba 1.000? Probablemente, que ha perdido la razón o que es un caradura redomado. Parece ser que nuestro país, fiel lacayo del neoliberalismo imperante, se cree solidario porque está mandando dinero a Centroamérica. Es el mismo país que observa a su Gobierno negarse a condonar la deuda externa a esos países, limitándose a aplazarla, y no protesta; el mismo país que oye al ministro de Defensa decir que le preocupa que la petición de extradición de Pinochet nos puede perjudicar en nuestra venta de material militar, y se queda tan pancho; el mismo país que, al tiempo que envía su limosna caritativa, sigue haciéndole el negocio a las grandes multinacionales que asfixian el comercio de los países del Tercer Mundo; el mismo país que convive con ocho millones y medio de paisanos con sueldos inferiores a 40.000 pesetas, mientras a los magistrados se les sube seis millones de golpe, y se calla; el mismo país que contempla en televisión telemaratonianos espectáculos del dolor ajeno, con Coca Cola en mano; el mismo país que cierra herméticamente su jardín a los inmigrantes que huyen del hambre y la miseria, pues "ya tenemos demasiado paro"; el mismo país cuyos partidos políticos ni siquiera mencionan la injustísima y provocada desigualdad norte-sur en sus programas electorales, y los vota tranquilamente; el mismo país que elige gobiernos neocapitalistas que roban estructuralmente a los pobres de la tierra, y se niegan a dar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo (¡siete pesetas de cada 1.000!); el mismo país que sirve sumiso al poder transnacional mientras da la espalda al sufrimiento saharaui; el mismo país que echa dos lágrimas por las víctimas del Mitch sin que eso conmueva, en lo más mínimo, su estilo de vida de desenfrenado consumismo; el mismo país, en suma, que se rasga las vestiduras y se manifiesta multitudinariamente en la calle por el terrorismo de ETA (que ha matado a 1.000 personas en 30 años, y cuyas atrocidades, obviamente, también hay que denunciar) pero no se las rasga por el terrorismo de las causas del hambre (que mata a un mínimo de 45 millones de pobres al año). Sí, señor. España ha abierto varias cuentas corrientes para Centroamérica y, por tanto, "ya somos solidarios". O hemos perdido definitivamente la razón o, además de tener dura la cara, se nos está endureciendo triste y criminalmente el corazón.-

Me llamo José María y soy un chico de 14 años que estudia en el instituto Wenceslao Benítez en San Fernando. Quería quejarme de un problema que afecta a mi instituto todos los años, que es la falta de profesores. Aunque ya tenemos a todos los profesores, hasta hace poco no podíamos dar las clases de Ciencias Naturales, Tecnología, Música y Matemáticas. Algunos compañeros de clase piensan y dicen que esto es bueno porque así tenemos "horas libres" en las que poder descansar y no hacer nada. Yo creo que esta situación no es nada favorable, puesto que al fin y al cabo los perjudicados somos nosotros mismos, ya que las horas lectivas que hemos perdido después tenemos que recuperarlas, y a finales de trimestre los profesores tienen que apresurarse en el temario puesto que a principios de curso perdieron un mes. Con esta carta lo que quiero es presionar al Ministerio de Educación para que esta situación no se vuelva a dar el año que viene.- , alumno del IES Wenceslao Benítez.

Le escribo esta carta porque siento la imperiosa necesidad de manifestar mi profunda sensación de desolación, tristeza y dolor que me producen las imágenes tan duras y crudas de la realidad hondureña, nicaragüense y de los demás países afectados por esta despiadada fuerza natural que estos días se están produciendo allí. Yo soy un chico de 21 años y a mi alcance no hay mucho que hacer sino dar una cantidad simbólica de dinero pero que me hace feliz pues seguro ayudará a alguien. Me gustaría felicitar a Francia por perdonar la deuda externa y a España por los 15.000 millones de pesetas enviados, que con seguridad ayudará bastante. Pero la desgracia no acaba aquí, pues ahora existe riesgo de epidemias debido a las miles de personas que han estado en contacto con cadáveres, y empieza la dura tarea de la reconstrucción. Por eso me gustaría lanzar, desde este medio de comunicación, un grito al cielo, un grito de solidaridad. A las decenas de miles de personas fallecidas en la catástrofe, descansen en paz.-