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EL PROCESO DE PAZ

"Es imposible reconciliarse con quien no pide perdón"

Más de 220 familiares de víctimas del terrorismo de ETA, GAL, Triple A y "otros grupos incontrolado de violencia callejera", firmaron ayer en la capital donostiarra un manifiesto en el que piden que se les tenga en cuenta en el proceso de paz. Entre los firmantes figuran Maite Mollinedo, viuda de Txema Aguirre, ertzaina asesinado junto al Guggenheim; Mertxe Albizu, familiar de Manuel Albizu, muerto por ETA; Inma Iruretagoyena, hermana de José Ignacio Iruretagoyena, concejal del PP de Zarauz; Imanol Olaziregi, hermano de Eugenio Olaziregi, empleado de una tienda de bicicletas asesinado por el comando Donosti, y Teresa Díaz Bada, hija de Carlos Díaz Arcocha, alto mando de la Ertzantza asesinado por la banda. El siguiente es un extracto del manifiesto:"Durante más de 30 años, la sociedad vasca y el resto de la sociedad española han sufrido los avatares del horror terrorista y de otros actos de violencia relacionados con este tipo de delitos. Desde la esperanza que supone el anuncio de tregua, al evitar de momento nuevas muertes, no podemos olvidar que miles de personas víctimas del terror hemos visto truncadas nuestras vidas por la utilización fanática de la violencia a favor de una falsa liberación del País Vasco.

Aunque determinadas iniciativas han intentado paliar la situación de las víctimas del terrorismo, en general la atención ha sido insuficiente. Existen víctimas con problemas económicos, dificultades de reinserción laboral y atención psicosocial (...). Muchas han vivido con agravio que la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco jamás se haya interesado por ellas cuando sí por los asesinos y sus colaboradores. Asimismo, debemos denunciar la indiferencia de la Iglesia vasca (...)

ETA ha sido la protagonista de esta historia de terror iniciada hace demasiados años, pero no podemos olvidar que otros grupos terroristas (Triple A, Batallón Vasco-Español, GAL, Comandos Autónomos Anticapitalistas y grupos incontrolados de violencia callejera) también han sembrado el sufrimiento entre nosotros.

Nuestra postura es clara y nace de la repulsa ante cualquier utilización de la vida humana como moneda de cambio; no necesitamos salvadores de ningún color e ideología, nos repugnan el terrorismo y el contraterrorismo, cualquier violencia ilegal (...)

Las víctimas del terrorismo no son responsables de 30 años de asesinatos. Los únicos responsables son los asesinos y sus cómplices. Conseguir ventajas políticas a costa de los crímenes contenidos supondría decir a los asesinos que es rentable matar, y a las víctimas que el asesinato, la intimidación, han servido para algo y que, por tanto, estaban justificados.

Se exige a las víctimas generosidad, perdón y olvido, y nunca se ha exigido a los asesinos que reconozcan sus crímenes. Sobre el olvido no es posible edificar la paz. La reconciliación no significa tampoco perdón y olvido, sino justicia para todos. Los terroristas en ningún momento han admitido que se han equivocado eligiendo durante 30 años la vía de la violencia para imponer sus ideas totalitarias en contra de lo que los habitantes del País Vasco votábamos en las urnas. No se habla de la falta de libertad e intimidación a la que nos han sometido, pero por el contrario sí se apunta a que las víctimas tienen que ser generosas y comprensivas presentándonos como paradigmas del odio sin recordar que ninguna víctima ha practicado nunca ningún acto de venganza. No podremos soportar que los que han matado o ayudado a matar se ufanen de lo que hicieron, que consideren acciones heroicas los crímenes y que llamen héroes a nuestros asesinos.

(...) La resolución de los temas judiciales y policiales pendientes, el descubrimiento de todos los responsables que se encuentran detrás de cada muerte, la eliminación de cualquier tipo de impunidad y la depuración de todas y cada una de las responsabilidades judiciales, son elementos fundamentales en cualquier proceso de paz (...)

Nuestra opinión ha de ser tenida en cuenta y tenemos que estar informados de cada paso que se dé en la solución del problema. (...) Es imposible reconciliarse con quien no pide perdón ni tan siquiera reconoce el daño causado. ¿Qué instancias eclesiásticas, políticas o sociales se están ocupando de convencer a los presos terroristas de que pidan perdón a sus víctimas?

Sin el abandono definitivo de la violencia y el terrorismo, sin reconocimiento del daño causado y sin atención a las víctimas, es imposible la reconciliación. A partir de estos tres supuestos, será cada víctima la que decidirá si quiere llevar a efecto esta reconciliación. No queremos ser también víctimas de la paz".

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