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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

El Atlético destapa sus defectos defensivos

Sacchi, en situación comprometida por la derrota en Villarreal

Pocas veces la desesperación se refleja tanto en un rostro. El de Arrigo Sacchi, el entrenador del Atlético de Madrid, en los estertores del choque, lo decía todo. El técnico italiano expresaba una desesperación descarnada. Su equipo había dejado al descubierto demasiados agujeros defensivos que permitieron que la fe y el coraje del Villarreal fueran suficientes para decantar el partido a su favor. El Atlético de Madrid perdió los papeles y, sobre todo, el brasileño Juninho, que primero falló un penalti -con empate a uno en el marcador- y después insultó al árbitro, que, por otra parte, tuvo una actuación lamentable.Los jugadores del Atlético de Madrid, en definitiva, se debatieron entre la incertidumbre de hacer caso a su técnico o a su propio instinto. Y de esa ambigüedad sacó tajada el recién ascendido Villarreal, que a ilusión no le gana nadie. De nada sirvió que la presencia en el terreno de juego de Mena y José Mari tras el descanso le lavaran la cara al equipo de Arrigo Sacchi, lo asearan y se dispusieran a darle la vuelta al encuentro. No lo lograron hacer. Primero debido al error de un irascible Juninho, y después porque a la defensa del conjunto madrileño volvieron a ganarle la espalda. Una vez tras otra.Y también una jornada más y, por lo que se ve, parece que no tiene remedio, o por lo menos el técnico y los jugadores no encuentran la solución adecuada.

VILLARREAL 2

ATLÉTICO 1Villarreal: Palop; Gerardo, Serer, Robert, Tasevski, Arregui; Díaz, Albelda, Alfaro; Craioveanu (Javi Prats, m.76) y Moisés (Salillas, m.88). Atlético de Madrid: Molina; Serena, Torrisi, Chamot, Toni; Roberto (Correa, m. 73), Bejbl (Mena, m.45), Valerón, Lardín (José Mari, m.45); Juninho y Kiko. Goles: 1-0. M. 20. Craioveanu dispara raso desde fuera del área y pilla a contrapié a Molina, que venía de desbaratar un uno contra uno con Alfaro. 1-1. M. 50. Juninho, de penalti. 2-1. M. 62. Moisés remata a bocajarro tras el rechace de Molina a un disparo de Alfaro. Árbitro: Brito Arceo. Expulsó a Junhinho con tarjeta roja directa (m.89). Amonestó a Chamot, Toni, Robert, Albelda, Kiko, Díaz, Valerón, Molina y Mena. Unos 20.000 espectadores en el campo del Madrigal.

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Fue un encuentro tenso y trepidante. Justo lo que le convenía al Villarreal, que puso en evidencia al prestigioso entrenador italiano y su sistema. Desde el inicio, el Atlético de Madrid se empeñó en jugar en un espacio reducido del terreno, ya de por sí de reducidas dimensiones. La defensa adelantada llevó a la ruina al Atlético. El fuera de juego se le volvió el contra. Tras dos globos sonda lanzados por Craiovenau, en el tercero llegó el gol del rumano.

Propulsado por la profesionalidad a prueba de bombas de su capitán Robert, el Villarreal se aplicó al entusiasmo y al frenesí para frenar como fuera las embestidas del conjunto madrileño. Lo lograron la mayoría de las veces. Sobre todo después de armarse de razón tras el gol de Craioveanu, su quinto tanto en la Liga, que venía a aprovechar una jugada del que fuera en otros tiempos jugador del club madrileño, Alfaro, el más creativo de la tropa castellonense.

El penalti fallado por Juninho marcó un punto de inflexión. El Atlético de Madrid cayó en un laberinto mental del que ya no hallaría la salida. Robert, en funciones de hombre libre, tuvo una actuación impecable: adivinando siempre los regates de los delanteros de Sachhi. Por si fallaba éste, surgía Palop, ese guardameta al que algunos expertos le ven fuste de portero grande.

Desesperado anduvo el técnico italiano en el banquillo del Madrigal. Observaba cómo su equipo no desenfundaba pese a sumar un alto número de llegadas. Se notaba más que nunca la ausencia de un 9 que le hiciese el trabajo sucio a la inventiva de Kiko, demasiado aislado en el ataque. El panorama se esclareció para el conjunto madrileñó tras el descanso, con la entrada de José Mari y Mena. Valerón se echó el Atlético a sus espaldas y su equipo pareció invertir el encuentro. Hasta que aparecieron las goteras en la defensa atlética, Arregui penetrara hasta el fondo, su centro lo rematara Alfaro y, tras gran parada de Molina, el rechace lo acribillara Moisés. Entonces el Villarreal se encastilló y el Atlético chocó su impotencia contra la versión valenciana del catenaccio.

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