McCartney pudo con Elvis
Fueron 30.000 pesetas de diferencia las que otorgaron el triunfo a Paul McCartney. En la subasta que ayer por la tarde cerró la 14º edición de la Feria del Disco de Coleccionista, una guitarra eléctrica de chico majo de los Beatles alcanzó las 290.000 pesetas (el precio de partida fue de 120.000). Por su parte, los cacareados cabellos de Elvis se quedaron en 260.000, 100.000 por encima del precio inicial. Eso sí, ambos lotes fueron a parar a manos de un comerciante cuyo patrimonio disminuyó ayer en 550.000 pesetas. "A cambio", dijo, "me implantaré los cabellos de Elvis en la calva y colgaré la guitarra en alguna pared de mi casa". Como puede verse, la felicidad consiste en esos pequeños detalles. Los miembros del club oficial de admiradores de Elvis Presley no se sentían tan felices. Querían llevarse los cabellos pese a ignorar de qué parte de la cabeza eran y cuándo se los cortaron al rey, y aun sabiendo que si les falta la raíz es dificultosa una clonación a partir del ADN. "Hace dos años pagamos 650.000 pesetas por una de sus chaquetas y hoy querríamos quedarnos con su pelo", dijeron antes de que un francotirador que no se reconocía admirador de Elvis les dinamitase el presupuesto y las previsiones. Para justificar su cuantioso desembolso, la persona que atenuará simbólicamente su avanzada alopecia con los cuatro pelos que compró de Elvis sólo dijo: "He pujado porque me parece un objeto curioso, no porque Elvis me atraiga de manera especial". Quien sí tuvo suerte fue el coleccionista de objetos de los Beatles que pagó 155.000 pesetas por una cuchara sopera que se introdujo en la boca el mismísimo John Lennon. Es más, las crónicas dicen que era su cuchara favorita. Este coleccionista ya se lava las manos en un lavabo que usó John y que ha instalado en su casa, utiliza la salsera del desaparecido beatle y cuelga en su hogar una chaqueta del grupo datada en 1964. "No tenía un límite económico", reconoció al verse asaltado por los informadores, "lo que cuenta es tener el objeto". A todo esto, la cuchara de marras salía a 10.000 pesetas y él la incorporó a su cubertería por 155.000. Ni que decir tiene que su brazo permaneció erguido durante toda la puja. Su hija, atenta a los movimientos de papá, brincó cuando Jordi Tardà dijo "155.000 a las tres". Se ignora si lo hizo por poder manosear la cuchara o porque su progenitor no podrá regatearle la próxima asignación semanal. Por lo demás, fueron otros ocho lotes los que superaron las 100.000 pesetas, entre ellos el disco de platino de los Stones por Beggar"s banquet (175.000 pesetas); el disco de oro otorgado a Pink Floyd por The wall (155.000); la guitarra firmada por Bob Dylan, George Harrison y Ron Wood (145.000), y el disco de oro de Guns N"Roses por Lies (140.000), objeto de una enconada puja que comenzó con 40.000 pesetas. Sólo cuatro lotes de pop-rock quedaron desiertos, y el apartado de carteles cinematográficos apenas despertó interés, hasta tal punto que el propio Jordi Tardà cuestionó su presencia en próximas ferias. El caso es que la 14ª edición se cerró, pasadas las nueve de la noche, proclamando al grupo mallorquín Lois Lane ganador del concurso Directe a la Fira, y con unas cifras de asistencia que, aun sin datos definitivos, Tardà intuyó algo inferiores a las de ediciones precedentes. En cualquier caso, pelillos a la mar. La 15ª edición será sonada, y no porque salgan a subasta los mofletes de Louis Amstrong, la uña de Jimi Hendrix o el apéndice extirpado a Kirk Hammett, ausente de esta feria por ese molesto órgano que se le extrajo mientras Tardà vendía los pelos de Elvis Presley.
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