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FÚTBOL: LIGA DE CAMPEONES

El Bayern apuntilla al Barcelona

En un partido jugado de poder a poder, los alemanes dejan con un pie fuera de la competición al equipo azulgrana

Ramon Besa

La excitación azulgrana, pobre respecto a otras épocas a tenor del paisaje del Camp Nou, acabó con una ducha fría. El Bayern chafó en un abrir y cerrar de ojos la crecida del Barça en el mismo Camp Nou. La suya fue una tarea muy a la alemana, gélida si se quiere, sobre todo frente a la calentura que mostraron los azulgrana. No le alcanzó al Barcelona su buen estado de ánimo y un primer tiempo lleno de sentido futbolístico para combatir a un adversario más competitivo. Le faltó clarividencia al ejercicio de voluntarismo barcelonista, abandonado anoche por las individualidades, de forma especial por Rivaldo, y entregado a su fatalidad, la misma que seguramente le llevará a no ser uno de los dos finalistas de la Copa de Europa que se celebrará en su propio estadio.Le bastó al equipo alemán con resistir un tiempo y replicar en el otro. Darle contenido al partido no le garantizó al Barça Múnich el triunfo ni el empate. Le condenó la fragilidad de su defensa, sus desatenciones en la última línea, su ternura y falta de recursos y también su desplome en el último tramo frente al poderío físico del contrario.

BARCELONA 1- BAYERN MÚNICH 2

Barcelona: Hesp; Okunowo, Abelardo, Celades, Sergi; Giovanni, Xavi, Cocu; Figo, Anderson y Rivaldo. Bayern de Múnich: Kahn; Babbel, Matthaus, Kuffour, Lizarazu; Fink, Effenberg, Tarnat (Strunz, m. 73); Basler (Salihamidzic, m. 64), Zickler (Daei, m. 64) ; y Elber. Goles: 1-0. M. 28. El árbitro sanciona con penalti un agarrón de Tarnat a Giovanni a la salida de un córner. La pena máxima la transforma Giovanni. 1-1. M. 47. Elber pugna desde el suelo por un balón entre Abelardo y Okunowo, el rebote lo toca Celades, pero se lo lleva Effenberg, y Zickler llega por la izquierda y marca. 1-2. M. 86. Balón colgado sobre la frontal del área, Salihamidzic se deshace de Sergi y cruza sobre la salida de Hesp. Árbitro: Pierluigi Collina (Italia). Mostró tarjeta amarilla a Effenberg y Cocu, que no podrán jugar la próxima jornada, y a Kuoffour, Matthaus, Lizarazu, Celades y Tarnat. Camp Nou. Unos 90.000 espectadores.

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La decepción invadió el vestuario azulgrana

Tenía anoche el Barça un aspecto aseado. Desprendía, para bien y para mal, ternura. Van Gaal paró el equipo que le exigía la hinchada cruyffista. La elección de Celades como segundo central fue una declaración de intenciones. Ganaba el grupo un medio a cambio de un zaguero. Tiraba la línea de pase desde su área y anunciaba su decisión de querer la pelota, jugar en cancha ajena, gobernar el partido y obligar al Bayern a desdecirse de su plan de ataque dada la necesidad de defenderse.

La proyección ofensiva azulgrana resultó determinante para el discurrir del partido: el Barcelona se aseguraba un buen ataque y, al tiempo, comprometía su defensa. La no posesión del balón significaba la rendición.

El Bayern quiso marcar nada más pisar el campo. Otra vez se abrió por ambas bandas, con Basler y Zickler como falsos extremos, y apuntó al corazón azulgrana con los lanzamientos de Matthaus y Effenberg a espaldas de Abelardo. El arranque fue difícil para los azulgrana, cuya línea de cierre se vio muy presionada por los puntas contrarios. Los alemanes, sin embargo, se encogieron rápido, justo cuando Celades recuperó la primera pelota y Rivaldo forzó la segunda falta, más amenazante que la primera, a un palmo de la media luna. Giovanni cabeceó el libre indirecto a gol, pero al árbitro, imprevisible en cada acción, le dio por anular el tanto.

Pese a la actitud del colegiado, el Barça no perdió el sitio. Jugando a uno y dos toques, con buenos apoyos y dinamismo, el partido se disputaba siempre en feudo alemán. No paró el grupo azulgrana hasta abrazarse con el gol, que llegó en otra decisión sorprendente del árbitro, aunque el agarrón de Tarnat a Giovanni a la salida de un córner era indiscutible.

Merecía el trabajo del Barça una recompensa. Pocas veces había jugado con tanto empaque, con cada futbolista en su sitio, regulando pausa y aceleración, con precisión, punteando cada acción con criterio. La jugada empezaba en Celades, seguía por el camino de Xavi, llegaba hasta Rivaldo y Figo y acababa a pies de Anderson o en la cabeza de Giovanni.

El Bayern abrazó con gusto el descanso. La reanudación fue un mal pasaje para el Barça. La actitud del colectivo azulgrana, su agresividad con la pelota, obligaba a un esfuerzo continuado y exigía también una gran atención defensiva. El error generaba acto seguido una oportunidad de gol. Elber no estuvo nada fino en los dos mano a mano de que dispuso ante Hesp. Zickler y Salihamidzic, sin embargo, no fallaron. El alemán agarró el empate en los primeros compases y el bosnio lo cerró cuando ya no había tiempo para la respuesta.

El segundo tramo fue más abierto, disputado, que el primero, aunque las llegadas de los forasteros anunciaron más pólvora que los locales, demasiado barrocos en la zona de definición. Tuvo suerte el Bayern, un equipo más experto, hecho y efectivo que el Barça. El juego de equipo de los azulgrana quedó hipotecado por sus errores individuales y el desfondamiento en el segundo tiempo. El humo, la polvareda azulgrana contrastó con la clarividencia de los alemanes, más enteros y puñeteros que un Barça indolente, librado a su desgracia, rendido ante el absentismo del técnico, que no corrigió el partido, maniatado por la falta de banquillo, dadas las lesiones y los no inscritos, situación que compromete a la organización del club. Nadie combatió el arrugamiento azulgrana, y la noche cayó de forma dolorosa sobre el estadio. La derrota resultó desproporcionada respecto al juego. Pero en Europa, en partidos sin retorno, cuando el fin justifica los medios, no se atiende al juego sino a los goles, y el Bayern fue más certero que un Barça que arrancará el año del centenario con una losa difícil de sobrellevar.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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