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CRÍTICA TEATRO

Alcohol y pedagogía

Algunos recuerdan todavía las atrocidades escénicas que se cometieron en este país a la mayor ruina de un Bertold Brecht conocido de oídas y machacado hasta la exasperación en nombre de una revolución inexistente, cuando hasta el pobre Escalante era objeto de un montaje brechtiano y el arrebato sociológico enmascaraba la falta de talento. De todo aquello queda, como siempre, el costumbrismo, que arrasa en las teleseries. No era la propensión costumbrista el fuerte de Brecht, aunque incluyese canciones populares en sus obras. Se trataba más bien del famoso efecto de distanciamiento, según el cual convenía reforzar la construcción social del personaje mediante comentarios que forzarían a la reflexión del espectador. Apenas queda nada de todo aquel esfuerzo, que trataba de poner el teatro al servicio de la emancipación de clase. También esa exigencia de dignidad puede darse por perdida. Hay en todo esto un cierto malentendido que este brillante Puntila pone una vez más de manifiesto. Las relaciones del amo con su chófer, guiadas por la arbitrariedad del poder con ayuda del alcohol, son tan evidentes en el cuerpo del texto que apenas si requieren de subrayados de ningún tipo. La vocación didáctica de Brecht roza a veces esa clase de ingenuidad justiciera que caracteriza, por ejemplo, a Anguita, persuadido de que al espectador hay que dárselo todo deglutido para que sea capaz de entenderlo. Fuera de estas observaciones de cascarrabias, queda el vigor de los personajes de Puntila, Matti, Eva y de El attaché, y la precisión en el dibujo de sus conflictos como manifestaciones de la contraposición de clases. Paseando por el lado divertido del brechtismo, Rosario Ruiz obtiene una rotunda y matizada puesta en escena, hecha también de silencios y complicidades, donde Lluis Homar deslumbra en un contenido Puntila borrachín y parece menos cómodo en los momentos sobrios de su personaje. El Matti de Pedro Casablanc es tan espléndido como aconseja la lucidez del criado. Un montaje que nos coloca ante lo más estimulante del mejor teatro.

El señor Puntila y su criado Matti De Bertold Brecht, en traducción de Miguel Sáenz, por Teatro de la Abadía

Intérpretes, Lluis Homar, Pedro Casablanc, Rosa Mantelga, José Luis Torrijo, Miguel Cubero, Amaia Lizarralde ... Iluminación, Dominique Borrini. Vestuario, Rafael Garrigós. Escenografía, Curt Allen Wilmer. Composición y dirección musical, Luis Delgado. Dirección, Rosario Ruiz. Teatro Rialto. 29 de octubre.

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