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AUTOMOVILISMO: GRAN PREMIO DEL JAPÓN

Del cero al infinito en un año

Rosberg ya tiene sucesor en Mika Hakkinen, un piloto paciente, frío e imperturbable

Había que ser nórdico; tener un consejero áulico como Keke Rosberg, finlandés y campeón mundial en 1982, y unos compatriotas del calado de Juha Kankkunen y Tommi Makinen; y responder, en definitiva, al nombre de Mika Hakkinen, para aguantar la embestida de Michael Schumacher, siempre protagonista, cada día más idolatrado, considerado en todas partes el mejor, y, además, resistir la admiración que despierta Ferrari allá por donde pasa.Cumplidos los 30 años (Helsinki, 1968), Mika Hakkinen sobrellevó la soledad remitiéndose siempre a la pista, y como recompensa obtuvo el número uno.

Frente a la calentura que desprenden los bólidos rojos, se impuso la frialdad de Hakkinen, un tipo que en una temporada ha hecho feliz a McLaren -le proporcionó el octavo título de constructores-, a Mercedes -volvió a equipar a un campeón 43 años después de que el argentino Juan Manuel Fangio lograra su tercera corona- y a Bridgestone, el fabricante de neumáticos japonés, al que han bastado dos años para conquistar el campeonato.

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Se le caló

Ha sido el de Hakkinen un triunfo completo y meteórico. En poco más de un año ha pasado de su primera victoria, en el último gran premio de la temporada pasada disputado en Jerez, a campeón del mundo. El suyo no es precisamente un currículo denso pese a que siempre ha sido considerado un gran piloto. Conductor de karts desde los seis años, ganó el campeonato finlandés cinco veces (de 1974 a 1986); el sueco y nórdico de fórmula Ford 1600 (1987); el de Opel Lotus Euroseries (1988); y el británico de fórmula 3 y la prueba de Macao (1990), paso previo a su entrada en el circo.

La carrera como piloto de fórmula 1 ha sido un curso de paciencia. Tras debutar en 1991 con un Lotus Judd, entró a formar parte de la escudería McLaren en 1993, y desde entonces supo curtirse en la adversidad. No corrió más que tres carreras en su primera temporada, sustituyendo a Mario Andretti, el segundo piloto de la escudería que hasta entonces había comandado Ayrton Senna. El fichaje del brasileño por Williams y la retirada de Andretti dejaron a Hakkinen en primer plano de McLaren.

No le fue nada bien en los primeros años. Una operación de apendicitis y un grave accidente en los entrenamientos cronometrados de la última carrera de la temporada de 1995, en Adelaida (Australia), le dejaron mal parado y con algunas secuelas, como cierta sordera en un oído y problemas para cerrar completamente un ojo. De la recuperación anímica se cuidó de forma especial su compatriota Erja Honkonen, con la que ha contraído matrimonio este año, después del Gran Premio de Mónaco -donde tiene fijada su residencia-, justo cuando tenía 22 puntos de ventaja sobre Michael Schumacher.

Los 31 puntos conseguidos en 1996 y su primer triunfo, en Jerez, en 1997, ratificaron su recuperación. Desde entonces, su sucesión de victorias ha sido imparable: nueve ha contabilizado en un historial que comprende, además, 112 carreras, 10 pole position y 218 puntos acumulados en el Mundial.

Cierto es que el suyo, el McLaren, es un coche fiable; que el motor Mercedes ha resultado el más ligero y compacto del campeonato; y que el equipo de 400 personas que comanda Ron Dennis respondió a la presión a la que le sometió Ferrari. Pero Hakkinen también ha sabido resistir el acoso de Schumacher y defender un título que, a mitad de campeonato, ya se daba como suyo.

Rubio, de piel blanca como la leche, pelo lacio y con un semblante frío como el hielo, Hakkinen prefiere ser noticia en la pista que en el box y sus alrededores, aunque algo se sabe de su vida. Gusta del esquí, la natación, el tenis, las motos de agua y, como es natural por su procedencia, del hockey sobre hielo; bebe agua y también coca-cola; escucha a Michael Jackson y Phil Collins y le encantan los Rolling Stones y Duran Duran; colecciona relojes y lee libros de terror. Eso es lo que dicen los manuales y alguno de los periodistas que más saben sobre Hakkinen, nuevo campeón del mundo, como parecía cantado desde el arranque del campeonato y supo defender en el momento en que Michael Schumacher se lo discutió.

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