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La Comunidad deja sin realojar a 30 chabolistas de Torregrosa por poseer demasiados bienes

El poblado de Torregrosa (Usera), uno de los supermercados de droga de Madrid, dejó ayer de existir. Seis meses antes de lo pactado con los vecinos de Villaverde y Usera, la Comunidad desmanteló esta barriada de chabolistas. De las 112 familias que habitaban el núcleo, 60 han sido realojadas en pisos sociales, y el resto, desahuciadas, 30 de ellas por poseer bienes -por ejemplo, pisos- que sobrepasan "con creces" el tope económico para optar a viviendas públicas.

El compromiso de desmantelar este poblado para abril de 1999 lo adquirió el presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, con los vecinos de Villaverde y Usera en junio de 1997, días después de una protesta ciudadana por la desaparición del núcleo, que acabó en una carga policial. Los primeros derribos se iniciaron en enero de este año. Concluyeron ayer, con una visita encabezada por Ruiz-Gallardón.Antes de iniciar los realojamientos, la Comunidad estudió la situación de cada familia. Existían indicios de que algunas se habían enriquecido con la venta de droga, por lo que no procedía concederles pisos sociales. La vivienda pública está destinada a familias que ganen menos de 2,5 veces el salario mínimo interprofesional ponderado (unos dos millones de pesetas) y que carezcan de cualquier otra casa en propiedad. Los beneficiarios tampoco pueden poseer bienes por un valor superior a los 4,6 millones.

Fincas en Extremadura

La Comunidad, a partir de los datos hallados sobre posesiones de los chabolistas, entre ellas fincas en Extremadura, solicitó a los jueces órdenes de desalojo. Pero, según explica un portavoz del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada, organismo denominado ahora IRIS, los afectados abandonaron el poblado por su propio pie, sin ofrecer resistencia alguna y sin esperar a los jueces. Algunos se han establecido en el poblado marginal de Las Barranquillas (Villa de Vallecas).El viceconsejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte, Luis Peral, asegura que no se ha dejado en la calle a nadie que careciese de medios. "No hemos tenido en cuenta si las familias estaban censadas o no por el Consorcio, sólo su situación económica", añade Peral. Además de los 30 desalojos por tener bienes se han derribado otras 20 casetas que, según Peral, estaban vacías.

Las 60 familias a las que se les han adjudicado pisos de alquiler barato han sido realojadas en diferentes distritos y municipios, con especial presencia en Usera, Puente de Vallecas y Getafe.

El poblado de Torregrosa se levantó en 1990 para realojar a los chabolistas, la mayoría gitanos extremeños, que vivían en El Espinillo y que debían abandonar sus casetas para dejar paso a la M-40. Se trataba de familias que no habían sido realojadas en la cornisa de Orcasitas, como otros vecinos, porque se dedicaban a la chatarra y esa actividad era imposible en un piso.

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Pronto el nuevo poblado, ubicado junto al río Manzanares, infestado de plagas de mosquitos y azotado por los olores de la depuradora de La China, se convirtió en un importante punto de venta de droga, tal y como ocurrió en otros focos de miseria de la ciudad. En un principio, la asociación de vecinos de San Fermín, el barrio más cercano a Torregrosa, dialogó con los habitantes del poblado para evitar el trapicheo. Pero fue inútil. Durante años, el poblado ha estado en el punto de mira de los vecinos de Usera y Villaverde, que han reclamado reiteradamente su derribo.

Víctor Renes, presidente de la asociación de San Fermín, refleja la alegría general por el desmantelamiento, pero reflexiona: "La situación de los toxicómanos que venían aquí sigue igual, porque ahora van a otro lugar y continúan dependiendo de los camellos". En Torregrosa funcionó durante años una unidad de apoyo social del Consorcio para trabajar, sobre todo, con los niños y jóvenes. Pese a ello, el nivel de absentismo escolar ha sido siempre muy alto, mayor que en otras barriadas similares.

En el rápido desmantelamiento de este barrio han influido también cuestiones inmobiliarias, ya que en sus proximidades están en marcha 2.300 viviendas de precio libre, que difícilmente podrían venderse si siguiera existiendo el poblado de Torregrosa.

El derribo de ayer tuvo un momento tenso cuando uno de los trabajadores que desmontaban la caseta sufrió una brecha en la cara y una pequeña fisura en la espalda al golpearse con una de las planchas que desmontaba.

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