La gasolina como terapia
Van Gaal fomenta la unidad de la plantilla del Barça con un cursillo de monoplazas en Montmeló
, "¡Qué bien!", exclamó Sergi, el defensa del Barça, cuando los futbolistas azulgrana ocupaban una aula para asistir a una clase teórica para conducir bólidos en el Circuito de Cataluña, en Montmeló (Barcelona). "¡Día de fiesta!", prosiguió el jugador, "¡Hoy nos lo vamos a pasar muy bien!". El alborozo le duró poco. Alguien le recordó la disciplina de hierro de Louis Van Gaal. Quizá aleccionado por el técnico holandés, Thierry Canga, el director del programa, dio un serio aviso a Sergi: "Oye, este cursillo es muy serio. Hay que hacer la teórica. Y hoy, el entrenador soy yo".Hombre extremadamente paternalista y severo, capaz de ordenar cómo deben colocar las manos los jugadores en una fotografía oficial, Van Gaal se saltó ayer todas las normas y programó una excursión vetada en cualquier reglamento interno. Los azulgrana no pueden ir en moto, esquiar ni jugar a tenis, pero ayer fue una excepción. Quizá consciente de que su lista de agraviados es extensa y que no ha cohesionado un vestuario que es un mapamundi -españoles, holandeses, brasileños, nigerianos, yugoslavos, portugueses-, el holandés aceptó el riesgo de que sus futbolistas emularan a Schumacher, pero eso sí, a 160 kilómetros por hora y con control. No evitó eso, sin embargo, que Sergi y Nadal dieran tres trompos, sin mayores consecuencias, en sus bólidos.
Van Gaal se inventó ayer una sorpresa, que hubiera quedado suspendida si el domingo el Barça llega a perder el derby ante el Espanyol, y la propuesta entusiasmó en el vestuario. El entrenador holandés había convocado a sus futbolistas a las 8.30, vestidos con chandal -"es seguro que no necesitamos mochila", había bromeado Abelardo-, para partir con rumbo desconocido. El misterio no lo fue tanto. Todos los periódicos, todas las radios, todas las televisiones, habían anunciado que los jugadores iban a pasar el día en Montmeló para conducir unas réplicas, algo más pequeñas, de los bólidos de fórmula 1, y manipulados para alcanzar unos 160 kilómetros por hora.
A primera hora de la mañana, un autocar aguardaba al equipo ante los vestuarios del Camp Nou. Los holandeses Hesp y Cocu salieron solos, pero el resto desfiló de la mano -Van Gaal daba las suyas a Rivaldo y Zenden- cantando con ironía "que buenos son los padres escolapios que nos llevan de excursión". Quizá sintiendo ridículo, algunos se soltaron. Ni siquiera entonces el entrenador holandés quiso revelar el destino. Y luego vino una persecución absurda del autocar por parte de los periodistas que concluyó en las mismas puertas del circuito, que quedó sellado para la prensa hasta las cinco de la tarde. Después de esta hora, los jugadores explicaron su experiencia.
Organizado por Elf Renault -curiosamente la misma marca de automóviles que utiliza Van Gaal-, el cursillo consistió primero en una clase teórica y luego, tras vestir los monos reglamentarios, recorrer, distribuidos en grupos de cinco, tres series en el circuito más pequeño de Montmeló (1,7 km). Sólo un futbolista no pudo conducir y se conformó con ser copiloto: Xavi, el joven canterano de 18 años, se está sacando ahora el carnet de conducir. Al tiempo que unos pilotaban escoltados por dos vehículos monitores, otros se divertían en los talleres con un scalextric y un futbolín.
Van Gaal, mientras, leía los periódicos. Tras organizar tiempo atrás en el Ajax guerras virtuales con sus jugadores y sesiones de pesca, ayer quiso imitar a las empresas que llevan a sus altos ejecutivos a Montmeló -el precio del cursillo es de 75.000 pesetas por día y persona- para mejorar la convivencia. No lo logró demasiado: los holandeses siguieron por su lado, los españoles por otro y Okunowo, nigeriano, acabó charlando con su entrenador. "No se trata de terapia. Ha sido una diversión más para que el equipo esté más unido. Invito a los pilotos de fórmula 1 a que jueguen con nosotros a fútbol", dijo diplomático Anderson, recordando que Schumacher se relaja con el fútbol.
"No ha habido nunca peligro", añadió Óscar pese a que él mismo aceleró más de la cuenta en la línea de meta. Rivaldo -el triunfador de la última jornada de Liga con su jugada a lo Ronaldo- llegó a superar el pánico. Olvidando la bronca inicial, Sergi, uno de los más atrevidos junto a Busquets, fue el más explícito. No habló de convivencia y dijo: "Hemos disfrutado y quemado mucha adrenalina para dejar un poco de lado el fútbol".
Van Gaal, que regresará mañana con el balón y el bloc, vigilaba desde la torre de control.
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