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Tribuna
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Bailando con el Talgo

El Talgo ofrece un buen servicio para ir a París, Milán o Suiza. Unos horarios que permiten dormir en el tren y llegar a la ciudad a primera hora de la mañana. Dicho esto, empiezan los inconvenientes. El lector que explica la historia hizo el trayecto Barcelona-Berna y tuvo la mala suerte de que un incidente en la vía le supusiera un retraso de tres horas. No se queja. Nadie está a salvo de un hecho fortuito, pero sugiere otros aspectos, quizá menores, pero que suponen incomodidades para los viajeros. La primera: la temperatura de las cabinas. Había cogido una cuádruple para él y su familia. Por la noche sintieron frío y trataron de buscar algún tipo de interruptor que les permitiera modificar la refrigeración. No hubo manera. Y no la hubo porque no está previsto en esta categoría, según explica un portavoz de Renfe. Los viajeros que ocupan una cabina preferente o de gran clase sí disponen de un mando que les permite variar la temperatura en un total de dos grados por arriba o por abajo de lo que decide el control central, pero los más pobres no tienen este derecho. El diseñador del tren debió de pensar que los más pobres está acostumbrados a sudar o a helarse. En las cabinas está prohibido fumar, salvo en las dobles usadas por unidades familiares. También lo está en los pasillos del tren, pero esta segunda prohibición no se cumple y los revisores (que son empleados de Wagons Lits, según Renfe) no desean discutir con nadie por un motivo tan baladí. El resultado es que se convierten en fumaderos y que el humo y su olor se filtran por las rendijas haciendo inútil la voluntad abstencionista del resto. Luego está la vía. El viajero puede tomarse un café con leche en el bar entre Portbou y cualquier punto situado al norte, pero si el tren viaja al sur de los Pirineos, la posibilidad de acabar con el líquido en la ropa es notablemente alta. En las vías españolas el tren baila, danza y salta con entusiasmo desbocado. Renfe explica que Fomento, del que dependen las vías, lo está arreglando. Ya se ha hecho en el tramo entre Celrà y Girona, queda todo lo demás. Cuando se haya acabado, mejorará la velocidad y la rodadura, es decir, disminuirá el traqueteo y los pasajeros dejarán de saber que entran en España sin necesidad de asomarse a la ventanilla.Vagones del Talgo pendular.

Correo electrónico: catalunya@elpais.es

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