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FÚTBOL COPA DE LA UEFA

El Valencia planta cara en Anfield

El equipo de Ranieri obtiene un buen resultado ante un devaluado Liverpool

En la primera visita de su historia al legendario Anfield Road, el Valencia puede darse por satisfecho. No sólo le plantó cara al Liverpool, tetracampeón de Europa, sino que lo zarandeó en ocasiones, le rompió las caderas a menudo, y le perdonó la vida en la segunda parte con demasiada frecuencia. Quizá resultó decisivo en este aspecto el estado precario de Ilie, que no acaba de coger el punto de forma conveniente. El Liverpool, en todo caso, confirmó la flaqueza que lo ha caracterizado en el último lustro, la de un equipo a medio hacer que combina futbolistas de gran altura (McManaman) con otros que vuelan a ras de suelo. El equipo inglés, además, prescindió sorprendemente de Owen hasta el último cuarto y el Valencia, lógicamente, aceptó el regalo que suponía la titularidad del alemán Riedle. Puesto que el escenario era magnífico y el césped inmejorable, el Valencia abordó el partido con varias dosis de descaro y otras tantas de firmeza. Impulsado por el vigor de Mendieta, el equipo de Ranieri amedrentó al Liverpool, lo encajonó por momentos y probó, con ese disparo lejano de Mendieta, las manos blandas del portero inglés James.

LIVERPOOL 0

VALENCIA 0Liverpool: James; Heggem, Carragher, Staunton, Bjornebye; Mc Manaman, Ince, Mc Ateer, Berger (Leonhardsen, m. 75); Riedle y Fowler (Owen, m. 72). Valencia: Cañizares; Angulo, Djukic, Roche (Soria, m. 85), Björklund, Carboni; Mendieta, Milla (Farinós, m.80), Popescu; Ilie (Lucarelli, m. 83) y Claudio López. Árbitro: Livio Bazzoli (italiano). Amonestó a Angulo. Unos 30.000 espectadores en Anfield Road. Entre ellos, unos 400 seguidores del Valencia. Partido de ida de dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA. El encuentro de vuelta se disputará el próximo día 3 de noviembre en Valencia.

Esta vez, no obstante, el Liverpool abandonó la camiseta roja, por primera vez en Anfield en más de 30 años, y cedió la iniciativa al rival español, que, curiosamente, había abandonado su histórico blanco por el naranja de dudoso gusto.

En ésas estaba el encuentro hasta que una de las parejas de interiores más fuerte del continente, McManaman y Berger, pidió la palabra. Sobre todo el primero, es decir, un futbolista finísimo que no quiere saber nada de ataduras tácticas. Juega a su aire. Se deja caer a derecha o a izquierda según su libre interpretación del juego. Y normalmente interpreta bien (muy comprensible es por tanto el anhelo de Hikkink por tenerlo a su lado). De manera que Angulo, que se las vio con los dos más de lo que hubiera deseado, pasó una noche tremenda, el pobre.

El Valencia se fue disipando a medida que percibía que su principal baza, llie, sigue lejos de su mejor forma, además de constatar que, a su centro del campo, le faltan kilos de calidad, pues, en vez de pases, envían mendrugos a los velocistas Ilie y Claudio López. Con todo, Ilie entró en de lleno en el partido, participó en casi todos los ataque de su equipo, mientras que el Piojo López, ubicado entre los dos centrales del Liverpool, pasó la primera parte reñido con el balón. El Liverpool, sin embargo, no vive precisamente tiempos de esplendor y depende excesivamente de los dos jugadores citados, sobre todo ayer que, ausente el faro de Redknapp en el origen del juego, el equipo se limitó a los tackles de Ince y escoró completamente su ataque hacia su costado izquierdo, donde se desenvolvían Berger y Mc Manamam.

Roy Evans, técnico del Liverpool, dio el primer golpe de efecto al dejar en el banco a la estrella más luminosa del fútbol inglés en el último decenio, Michael Owen. Prefirió darle un respiro después de que el joven delantero recibiera las primeras críticas de su carrera (fundamentalmente de la virulenta prensa sensacionalista inglesa) tras sumar cinco partidos consecutivos sin marcar. Owen sólo jugó los últimos 20 minutos y el Valencia lo agradeció. Se libró de su rapidez supersónica, a pesar de que Djukic, llegado el momento de jugarse un mano a mano con el joven delantero, hizo gala de su grandísima flema para sacar el balón perfectamente controlado, ante el asombro de The Kop, que admiró la clase del defensa serbio.

El aliento de la grada The Kop propulsó a los chicos de Evans, que se abalanzaron fugazmente tras el descanso sobre la portería abrigada por la joven hinchada. El Valencia, no obstante, conservó la calma. Dejó pasar el temporal y afiló las garras para su poner en práctica su mejor argumento: el contragolpe. Dibujó unos cuantos extraordinarios (comprobando así la famosa vulnerabilidad defensiva de los reds), pero siempre quedaron suspendidos en el último momento. Para variar, el grupo de Ranieri defendió relativamente bien, de no ser por su torpeza en los centros de las faltas inglesas, cuando Cañizares permanecía clavado en la línea de portería y la zaga sufría muchísimo. En cualquier caso, el choque tuvo un desarrollo trepidante.

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