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ELECCIONES EN EL PAÍS VASCO

Una progresión oscurecida por la amenaza constante de ETA

El PP lucha por situarse como la primera fuerza no nacionalista

Aurora Intxausti

El Partido Popular consiguió su primer gran triunfo en Euskadi en las elecciones autonómicas de 1994, cuando logró casi duplicar su número de parlamentarios y pasar de seis a once. Esos resultados no sólo incrementaron su presencia en el País Vasco, sino que le permitieron dejar de ser considerado como una formación minoritaria y empezar a ser tenido en cuenta por sus adversarios políticos. A esta importante victoria le siguió la de situarse como primera fuerza política de San Sebastián en mayo de 1995. Meses después, en marzo de 1996, desbancó a los socialistas del Gobierno central. Unos éxitos que se volvieron amargos para el PP cuando ETA decidió que sus cargos públicos debían ser objetivo prioritario de sus acciones criminales. El 23 de enero de 1995, pocos meses después de ser designado candidato para la alcaldía de San Sebastián, el presidente del PP guipuzcoano, Gregorio Ordóñez, fue asesinado por un comando. Fue el primero de una lista que a lo largo de la legislatura se convirtió en dramáticamente larga y que fue minando el ánimo de los militantes populares. A su muerte siguieron, en efecto, otras. ETA incluso atentó en Madrid contra el propio José María Aznar.Los asesinatos de otros cinco concejales conmocionaron a la sociedad española. El de Miguel Ángel Blanco, edil de Ermua, secuestrado durante 48 horas, convulsionó como nunca a los ciudadanos de toda España y, en especial, a los vascos, que se echaron a la calle para repudiar el terrorismo. El pasado 25 de junio, tan sólo tres meses antes de que ETA declarase la tregua que ha permitido a la sociedad vasca vislumbrar el final del túnel, otro comando mató a Manuel Zamarreño, concejal de Rentería. Ha sido la última víctima de la banda terrorista.

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Una joven militancia

Los cargos electos del PP, a lo largo de la legislatura, han vivido, pues, marcados por la constante amenaza a sus vidas. Así, han tenido que cambiar sus hábitos y sus costumbres. Algunos hasta se han marchado del País Vasco si la situación se les hacía insostenible. Todos viven rodeados de férreas medidas de seguridad. Han tenido que ir amoldándose a las circunstancias adversas a las que se enfrentaban.

Los militantes del PP en Euskadi se definen como vascos, españoles y europeos y critican duramente a los nacionalistas a pesar de que su partido gobierna en Madrid con el apoyo del PNV. Pero no se hace mención a ese aspecto en ninguna de las intervenciones de sus políticos en la campaña. Por el contrario, se alude a los nacionalistas cuando se habla de la separación de España, un término, por cierto, que en Euskadi sólo emplean los populares y los socialistas, ya que las demás formaciones lo han sustituido por el de Estado.

Durante muchos años la militancia popular ha vivido casi escondida, casUNi en la clandestinidad, reuniéndose en pequeñas sedes, con las persianas bajadas y sin confesar jamás el partido al que pertenecían. Sin embargo, en estas elecciones, por vez primera y, sobre todo, tras el anuncio de la tregua, confiesan sus afinidades políticas e incluso se atreven a aconsejar: "Si no sabes qué votar, vota PP".

Pese a ese cambio, no existe un compromiso privado: "Somos conscientes de que para las elecciones municipales vamos a tener problemas porque no es fácil presentarte a concejal, sobre todo en algunos pueblos de Guipúzcoa. Tampoco es fácil dar la cara durante cuatro años".

Lo cierto es que algunos militantes confiesan que resulta chocante saber que en algunos pueblos la opción política que defienden es secundada por un único votante. Hoy dar un mitin en algunos municipios de Guipúzcoa resulta todavía complicado, pero se puede hacer. Apenas hace cuatro años, Ordóñez intentó celebrar un acto político en Azpeitia, donde sabía que tenía más de 300 votos. No pudo bajar del coche y tuvo que regresar a San Sebastián porque el vehículo fue rodeado por partidarios agresivos de HB.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Periodista. Trabajó en EL PAÍS entre 1985 y 2021, tanto en la redacción de el País Vasco como en Madrid. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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