La NBA y los jugadores negocian bajo la presión de la huelga
La NBA ha pasado de la eclosión de audiencia que supuso el sexto anillo obtenido por Michael Jordan hace apenas unos meses, a la mayor de las incertidumbres. Hoy por hoy se desconoce si la estrella de los Bulls y del deporte mundial iniciará la carrera por la consecución de su séptimo título. Y lo peor es que el desconcierto y la falta de información procede tanto del propio Jordan, que no da pie a que se le pregunte siquiera por su continuidad, como de la propia NBA, inmersa en un conflicto entre los clubes y los jugadores que acaba de provocar la suspensión de las dos primeras semanas de competición. No arrancará la temporada de la NBA el próximo 3 de noviembre como estaba previsto y tampoco lo hará, en el mejor de los casos, antes del 16 de noviembre. Los clubes y los jugadores mantienen un férreo pulso cuyo desenlace ni siquiera se deja entrever. Así las cosas, los propietarios, con el comisionado David Stern, al frente, decidieron en la noche del martes la suspensión de esas dos primeras semanas de competición, en una decisión que carga de presión las negociaciones y que no tenía precedentes. Es la primera vez, en sus 51 años de existencia, que la NBA se ve obligada a aplazar la competición como consecuencia de un conflicto laboral.
Puntos básicos
Los tres puntos básicos de discusión entre los clubes y los jugadores son los topes salariales -la llamada cláusula Larry Bird más concretamente-, la política antidopaje y la escala de salarios de los novatos. La cláusula Bird se trata básicamente de que los jugadores llegaran a percibir un 57,2% de los ingresos obtenidos por los clubes durante la temporada 1997-1998. Los clubes desean rebajar ese tope salarial, mientras que Patrick Ewing, uno de los líderes del sindicato de jugadores es diáfano: "Si ellos mismos no desean contar con un jugador, les basta con no firmar su continuidad". La NBA desea imponer también una política antidopaje para erradicar de forma especial la utilización de la marihuana después de la temporada pasada que se caracterizó por los escándalos protagonizados entre otros por Chris Webber, Isaiah Rider, Allen Iverson y Marcus Camby.Los clubes desean también ampliar a cinco años los tres en los que actualmente reglamentan la escala salarial de los jugadores novatos para evitar de esa manera el fracaso en inversiones a largo plazo.
El desbloqueo de la situación, por el momento, parece difícil. Al margen de algunas declaraciones de buenas intenciones -"hemos dado un paso adelante y estamos negociando con buena fe", dice Ewing-, Stern no oculta su pesimismo: "Honestamente tengo que decir que el panorama no se presenta nada optimista. La realidad es que a los dueños no les queda ninguna opción". Los jugadores esperan el siguiente paso de los clubes y confían en que les sea favorable el dictamen del mediador John Feerik sobre los contratos garantizados de 220 jugadores que no han sido pagados por los dueños de los equipos durante el cierre de toda actividad establecida desde el pasado 1 de julio. El dictamen no se conocerá antes del próximo lunes.
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