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Generosidad

JOSEP TORRENT El pacto lingüístico encara su recta final. La más corta y, sin duda, la de mayor dificultad. El rector de la Universidad de Valencia reflejaba ayer en estas mismas páginas la situación actual: "(...) aún falta el último acto, un acto por lo demás muy importante, en realidad decisivo para poder hablar propiamente de "pacto lingüístico". Pedro Ruiz, tal vez por obvio, no explicaba en qué consistía ese último acto, que no es otro que la composición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, cuyas dos terceras partes, a tenor de la disposición transitoria primera de la ley que regula esta institución, estarán integradas por "expertos en valenciano con una acreditada competencia científica y académica, según criterios de evaluación objetiva, y el resto serán destacadas personalidades de las letras o de la enseñanza con una competencia lingüística y una producción reconocidas en el campo del valenciano". El guión y el escenario, diseñado éste último el pasado martes por Francisco Camps y Joan Romero, están listos, pero nadie sabe nada del reparto. Al menos del porcentaje más importante del mismo, aquél que corresponde al Partido Popular. Hoy, a menos de una semana para que concluya un largo proceso iniciado hace más de un año, conviene mirar atrás y repasar los no escasos obstáculos que se han superado para alcanzar un consenso mayoritario. Sería una lástima que todos estos esfuerzos se fueran al garete por la falta de autonomía política de un gobierno con sobrados apoyos o por la escasa cintura del principal partido en la oposición. La solución, como recordaba Ramón Lapiedra en EL PAÍS el Nou d"Octubre, "podrá encontrarse después de recorrer un cierto camino hecho de perseverancia, flexibilidad y respeto a los principios", condiciones a las que habrá que unir la de la generosidad en las negociaciones de última hora, en la recta final. PP y PSPV, a lo largo de todo este proceso, han sido capaces de recuperar la política con mayúsculas para superar sus diferencias. Sería muy triste que la polítiquería partidista acabara con una esperanza colectiva.

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