Paz para Serbia y Kosovo
Hace unos días recibí el correo electrónico de un amigo. Me decía que apenas podía enviarme unas palabras, tenía que salir de su ciudad porque había cundido el pánico ante el inminente bombardeo de la OTAN. Todo el mundo estaba haciendo acopio de alimentos y gasolina y huía al campo. Al final de su carta y, posiblemente, recordando los días que había pasado en España, se despedía con una reflexión sobre lo importante de la paz. Mi amigo se llama Dusko y es serbio. Por el hecho de tener un amigo serbio veo las cosas de otra manera, más cercanas. Sé que lo que está pasando allí es una tragedia, pero tanto para los kosovares como para los serbios que desean, ante todo, la paz. Los malos dirigentes, son malos, sobre todo, para su propia gente.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.