El PP pretende que un político presida la Acadèmia Valenciana de la Llengua
Un político, de militancia en el PP, con capacidad para actuar de puente entre los dos sectores. Ese es el perfil que los dirigentes populares pretenden que tenga el presidente de la futura Acadèmia Valenciana de la Llengua. La propuesta es rechazada de forma tajante por los socialistas, cuyo voto es imprescindible para que el día 21 las Cortes elijan a los componentes del nuevo órgano normativo para el valenciano, surgido del denominado pacto lingüístico. Las negociaciones sobre la Acadèmia entran en su fase decisiva.
Los contactos han vuelto a reiniciarse entre los dos partidos mayoritarios para perfilar el último paso, y el más importante, del pacto lingüístico, la elección de los 21 componentes de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Desde las filas del PP, se ha dibujado un retrato robot del posible presidente del organismo que los socialistas rechazan de plano. Se trataría de algún personaje de militancia popular, comprometido con la promoción del valenciano y con buenas relaciones con la izquierda y los sectores que defienden el valenciano. El martes por la noche, en una entrevista mantenida por el secretario general del PSPV, Joan Romero, y el consejero de Cultura y Educación, Francisco Camps, para hablar sobre la composición de la Acadèmia de la Llengua, el segundo lanzó el nombre de Joaquín Calomarde. Romero está tajantemente en contra de que sea un político quien se sitúe al frente de la nueva institución y defiende que la presidencia recaiga en alguien que goce de la consideración de los sectores científicos y académicos. También se mostró partidario el líder socialista de establecer una negociación de los componentes de la Acadèmia Valenciana de la Llengua que quede lo más alejada posible de las tensiones entre partidos.
Una comisión de seis miembros presidida por Grisolía elaborará la lista de la Acadèmia
En la entrevista que Francisco Camps y Joan Romero mantuvieron la noche del pasado martes, acordaron un procedimiento para la elaboración de la lista de 21 miembros de la Acadèmia Valenciana de la Llengua consistente en que los populares propongan tres personas no afiliadas y de reconocida solvencia cultural y los socialistas otras tres. Esas seis personas, convocadas por Santiago Grisolía, presidente del Consell Valencià de Cultura, serán las encargadas de pactar la composición del organismo. "Hemos de evitar cualquier estigma de propuesta partidista", señaló Romero, quien dijo que la Acadèmia "ha de ser de todos". El dirigente socialista añadió que el reconocimiento científico y cultural es el requisito que hay que exigir a quienes formen parte de la nueva institución normativa, cuyos integrantes no es conveniente que aparezcan alineados en cuotas de partido, como sí ha ocurrido en otras instituciones. El presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, sin embargo, dijo en la tarde de ayer que no ha hablado con ningún dirigente socialista sobre quienes podrían ser los miembros que conformasen la recién creada Acadèmia Valenciana de la Llengua. Zaplana afirmó que desconocía el contenido de la propuesta formulada por el secretario general del PSPV-PSOE, aunque no negó que existiera. Poco antes de asistir al Comité Ejecutivo del PP en la Comunidad Valenciana, Zaplana rehusó hacer comentarios sobre posibles nombres. El presidente del Consell sí aseguró que los 21 miembros que conformarán la Acadèmia Valenciana de la Llengua "serán personas con autoridad lingüística y cultural" y "sin un perfil político". Además, expresó su deseo de que los académicos sean elegidos "por unanimidad entre los diputados de las Cortes Valencianas". Pese al acuerdo de crear el grupo de seis personalidades encargadas de elaborar una lista para el organismo normativo surgido del pacto lingüístico, serán en última instancia Zaplana y Romero quienes acaben dando luz verde a la propuesta. Romero ya señaló ayer que asumirá la propuesta que hagan las seis personas. De momento, sólo se conocen los tres componentes de la comisión que ha propuesto el PSPV. Se trata del ex rector de la Universidad de Valencia Ramon Lapiedra, del presidente del Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, Antoni Ferrando, y el vicepresidente de ese organismo, Rafael Alemany. Ninguno de los tres tiene militancia socialista. Las negociaciones entre los dos partidos mayoritarios y otras fuerzas parlamentarias y los trabajos de la comisión de seis personas, que Grisolía convocará mañana mismo, se llevararán a cabo con los plazos muy marcados. El próximo día 21, el pleno de las Cortes debe elegir, por una mayoría de dos tercios de los miembros del Parlamento, a los integrantes de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Se cumple en esa fecha el plazo de un mes establecido en la ley de creación de la institución para que su composición sea un hecho. La ley garantiza que al menos dos terceras partes serán especialistas en materia lingüística.
Silla o "cadira"
Los programas de traducción por ordenador han avanzado una barbaridad en los últimos tiempos, a caballo de la espectacular explosión que está experimentando la tecnología informática. Tienen, sin embargo, un problema. Son poco capaces de detectar el contexto en el que se sitúa una palabra y a veces incurren el literalidades jocosas. También le ocurre eso a la mismísima Consejería de Cultura y Educación. Por ejemplo, la edición de la guía de estudios Informa"t para este curso, publicada por el departamento de Francisco Camps y encaminada a ofrecer a los jóvenes una información completa sobre la oferta y la estructura del sistema educativo, incluye en su página 207 una relación de institutos de Educación Secundaria por localidades. Entre el centro de Sedaví y los dos existentes en Tavernes de la Valldigna, aparecen relacionados dos institutos de la localidad de Cadira. Quien intente buscar ese pueblo en el mapa, lo hará en vano. Se trata, simplemente, de la localidad de Silla, en la comarca de l"Horta Sud, que la publicación oficial ha traducido "literalmente" al valenciano. Cuando la lengua está en boca de todos, el error no deja de tener su gracia. Sobre todo para los vecinos de Silla, que corren el peligro de convertirse en cadirencs.
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