No es por dinero, es por mucho dinero
La nueva Superliga europea surge del conflicto generado por el control económico del fútbol
Durante más de 40 años, el fútbol europeo se ha distinguido por el inmovilismo y por el monopolio de una organización, la UEFA, que se ha sentido al margen de cualquier amenaza exterior. Ha tenido el poder y lo ha ejercido de forma autoritaria, sin dar explicaciones, pero también con una acusada dejadez. Se ha preocupado de su finca sin demasiado entusiasmo, con la tranquilidad que procuraba un negocio seguro y dócil. Hasta hace bien poco, los clubes aceptaban el paternalismo de la UEFA y no exigían demasiados derechos sobre un producto que tenía unas posibilidades colosales. Posibilidades económicas, naturalmente. El dinero, y sólo el dinero, es el factor de la convulsión que se vive ahora mismo en el fútbol, acreditada por la sucesión de propuestas para regenerar las competiciones europeas. La UEFA, que siempre disfrutó de un régimen monopolístico, se ve en la obligación de moverse en un nuevo escenario. Quiere mantener el control organizativo y económico del fútbol europeo, pero le resulta difícil atender a las crecientes demandas de los grandes clubes, cortejados por los principales imperios televisivos.La televisión es selectiva. Ofrece dinero a cambio de audiencia. El fútbol es un motor notabilísimo en la creación de audiencia, y algunos clubes disponen del privilegio de producir un interés descomunal. Lo saben y comienzan a usar sin miramientos esta fuente de poder. En el dinero televisivo está el origen de los cambios de las competiciones europeas, de las concesiones de la UEFA y de la aparición de empresas que intentan acabar con el mapa actual del fútbol. Una de ellas es Media Partners, compañía radicada en Milán y especializada en la comercialización de derechos publicitarios. Otra es la banca J.P. Morgan, una entidad financiera estadounidense que escuchó con atención la propuesta de Media Partners. Las dos sociedades han sido decisivas en el vuelco que se ha producido en el fútbol europeo. Si ganan, porque su idea habrá acabado con el imperio de la UEFA. Si pierden, porque habrán obligado a la UEFA a realizar concesiones imprevistas hace apenas unos meses.
La creación de la Superliga de la UEFA es la consecuencia del proyecto de competición ideado por Media Partners. Esta sociedad, que contaba con el aval de J.P. Morgan, orilló a la UEFA y se dirigió directamente a los principales clubes europeos para organizar una nueva competición de ámbito europeo. A cambio se ofrecía a los equipos cifras muy superiores a las que recibían por participar en la Liga de Campeones. Dicho torneo tendría un carácter mixto: 18 equipos participarían por invitación directa y otros 13 accederían por medio de los resultados obtenidos en las Ligas nacionales.
El criterio para la designación de los 18 equipos estaba relacionado con su prestigio futbolístico, pero sobre todo con sus posibilidades de generar una gran audiencia televisiva. Serían tres británicos (Manchester United, Arsenal y Liverpool), tres italianos (Juventus, Milan e Inter), dos españoles (Real Madrid y Barcelona), dos alemanes (Bayern de Múnich y Borussia Dortmund), dos franceses (París Saint Germain y Olympique de Marsella), dos portugueses (Benfica y Oporto), dos holandeses (Ajax y PSV Eindhoven), un belga (Anderlecht) y un griego Panathinaikos).
Durante los últimos meses buena parte de estos clubes han escuchado con interés el proyecto. Al fin y al cabo se les aseguraban cantidades espectaculares de dinero. Por la participación en el torneo cobrarían 3.000 millones de pesetas. Esa cifra supera en casi mil millones la cantidad obtenida (2.100 millones) por el Real Madrid por toda su campaña en la última edición de la Liga de Campeones, cerrada con la conquista del título.
Por supuesto, los clubes hablaron muy alto de las cifras que les ofrecía Media Partners. Pronto sabremos si atendieron la oferta con la intención de provocar una respuesta más generosa de la UEFA o con una voluntad de secesión. El caso es que la UEFA ha abandonado su tendencia esclerótica y se ha movido con rapidez de velocista. Su contestación ha sido de gran calado. Ha aumentado el número de equipos en la Liga de Campeones de 24 a 32, con cuatro representantes en el caso de España, por ejemplo. Sobre el proyecto de Media Partners tiene una ventaja: el acceso a los cuatro puestos en España involucrará a un gran número de equipos en la Liga, que tendrá un potente carácter competitivo. Por el contrario, la fórmula de Media Partners afecta negativamente a las competiciones nacionales, puesto que en España habría dos invitados a la Superliga (Real Madrid y Barcelona) y sólo accedería un tercero a través de sus méritos en la Liga. Por lo tanto, el proyecto de la UEFA despierta el interés de más equipos y protege mejor las competiciones nacionales. Pero no resuelve el problema capital: la gestión económica. Mientras Media Partners reparte el 90% de los ingresos entre los clubes, que de alguna manera son los gestores de la competición, la UEFA mantiene su condición de patrón. Y lo hace con el oscurantismo que caracteriza a este organismo. Los clubes saben de la ampliación de la Superliga y no dudan en la mejora de las condiciones económicas. Pero la UEFA no cede su posición de privilegio. Maneja la caja y no permite saber la magnitud real de sus cifras. Aquí se encuentra con un problema capital y difícil de resolver, porque los principales clubes europeos comienzan a cansarse de su carácter subsidiario con respecto a la UEFA y porque saben que ellos son los generadores de audiencia y dinero. Y por ahí existe una sociedad (Media Partners) que se lo reconoce sin ninguna traba.
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