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Huerto sin vallado

La tregua indefinida decidida por ETA ha producido simultáneamente una sensación de alivio en la sociedad española y una escalada en la agresión verbal entre los distintos partidos políticos. El silencio de las armas se ha visto acompañado de un uso progresivamente más agresivo de la palabra en el debate político democrático. Curiosamente es HB quien en estos días parece la fuerza política más moderada del país. Un observador exterior que no conociera la historia de estos últimos veinte años, y que leyera la prensa de estas últimas semanas, llegaría a la conclusión de que HB es el partido más pacífico de España.¿Por qué? ¿Qué es lo que está pasando para que ésta haya sido la consecuencia de la tregua? ¿Por qué una vez que han callado las armas hay que hablar a gritos, aunque a veces se pronuncien en voz baja?

La verdad es que la coyuntura política favorece que se hable a gritos. Hemos entrado en un proceso electoral múltiple que se va a prolongar en todo lo que queda de legislatura. En un año, tal vez un poco más, tal vez un poco menos, vamos a tener elecciones vascas, catalanas, municipales, autonómicas, europeas y generales. Y en todo proceso electoral, el componente agitatorio de la política es muy alto. La victoria del adversario es siempre en los discursos electorales una catástrofe para el país. Después, el cuerpo electoral, con su decisión, suele poner las cosas en su sitio.

Tenemos, en consecuencia, que prepararnos para unas campañas de agitación que se van a prolongar bastante en el tiempo y en las que el debate no va a girar en torno a propuestas articuladas técnicamente que puedan ser discutidas con el adversario, sino en torno a propuestas "principales" que susciten la máxima adhesión en la propia base electoral o en lo que se entiende que es la propia base electoral y que, consiguientemente, suscitan el máximo rechazo por los demás.

Una vez que se ha llegado a la conclusión de que nos encontramos en un "momento constituyente", como dijo Jordi Pujol en el Parlamento de Cataluña la semana pasada, es claro que la acción política no puede dirigirse a buscar el acuerdo, sino a fortalecer la propia posición para alcanzar después el acuerdo en las condiciones más ventajosas. De ahí que, en lo que queda de legislatura, el debate se vaya a situar en "el derecho a la autodeterminación", la "soberanía compartida", la "confederación" o en que "España no es una nación".

El pasado domingo, Xabier Arzalluz, en declaraciones a La Vanguardia, sostenía la tesis de que los "salmantinos" no tendrían por qué irse del País Vasco, sino que podrían permanecer con el estatus de los portugueses en Luxemburgo, de tal manera que podrían votar en las elecciones municipales en el País Vasco y en las generales españolas por correo. ¿Hay alguien en su sano juicio que piense que con una tesis como esa se puede alcanzar algún tipo de acuerdo respecto de la estructura del Estado?

El debate político español, en lo que a la estructura del Estado se refiere, es, en estos momentos, un "huerto sin vallado". Aquí vale todo y se ponen en circulación los mayores disparates sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. Todavía nos queda camino por recorrer en esta dirección.

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Por eso creo que la propuesta del lehendakari Ardanza de que hasta el año 2000 no se debe empezar a hablar "políticamente" para resolver el problema de la violencia en el País Vasco, se va a acabar imponiendo. Pero no como consecuencia de una decisión voluntaria, sino por pura necesidad. Hasta el 2000 el debate sobre la estructura del Estado va a ser un diálogo de sordos.

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