Especialistas contra especialistas
Esto es cosa de especialistas, dicen. Sí, pero hay especialistas y especialistas. Como en todo. Hay sprinters, como Cipollini, que nunca pueden ganar una clásica porque no tienen fondo para llegar al kilómetro 290 de carrera y explotar su tremenda velocidad. Y hay sprinters, como Zabel, que no son tan explosivos pero sí que aguantan casi 300 kilómetros y encima ganan (dos veces la Milán- San Remo). Entre los escaladores, lo mismo. Por un lado están Jiménez y similares, que hasta ahora sólo pueden aspirar a ganar etapas que terminen en alto y poco más. Y por otro está Pantani, que ha ganado el Giro y el Tour el mismo año sin dejar de ser el mejor escalador del mundo.Uwe Peschel, por ejemplo, no sabe correr en pelotón. Es una máquina en solitario, pero no sabe ir a rueda. El alemán, de 29 años, desperdicia tanta energía que le cuesta aguantar en el grupo. Pero desde que se reveló quedando tercero en el Mundial de Colombia 95 (tras Induráin y Olano) se ha hecho asiduo de las competiciones contrarreloj. Es difícil que gane alguna vez una etapa en línea. Las cinco victorias que ha logrado como profesional el ciclista del Estepona las ha conseguido contrarreloj. Lo mismo se le puede aplicar a Chris Boardman, el especialista por excelencia, mister chrono que dirían los ingleses. El recordman de la hora (56,375 kilómetros, desde septiembre de 1996) es el ejemplo perfecto. Casi 40 triunfos en sus seis años de profesional y todos, menos dos, en carreras contrarreloj. A los 30 años sabe, como Peschel y como Gontchar (28 años), el ucranio que se reveló en las contrarreloj del Giro 97, que el mayor triunfo al que pueden aspirar ya es al Mundial contrarreloj. Son los especialistas purísimos, el peligro que tendrán que superar los especialistas de amplio espectro (Olano y Mauri, ganadores de una Vuelta; Armstrong, clasicómano roto por un cáncer, ganador del Mundial de fondo de 1993 y resucitado dos años después; Ekimov, hasta hace un par de años el hombre más rápido en el último kilómetro de una gran etapa), los hombres de clase pura. Hasta ahora, la historia del Mundial (inaugurada en 1994 por Boardman) da ventaja (3-1: Induráin, Zülle y Jalabert contra Boardman) a los de amplio espectro, a los de la clase.
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