La diferencia está en el reglamento
Los cambios en el fuera de juego perjudican al Atlético de Sacchi respecto al Milan
Arrigo Sacchi está en el Atlético, pero el entramado táctico que propone aún no produce resultados. Y la mirada se desplaza irremediablemente hacia su gran obra, el Milan de finales de los ochenta; la comparación resulta demasiado tentadora como para dejarla a un lado. La idea es básicamente la misma, pero en el análisis se descubren numerosas diferencias. La más trascendental, pese a su apariencia anecdótica, señala directamente al reglamento, a la sustancial variación que de una época a otra ha sufrido la interpretación del fuera de juego.Sacchi logró su máquina perfecta gracias a las ventajas que la norma proporcionaba entonces al equipo que no tenía el balón; ahora, con los conceptos "posicional" y "en línea con el defensor" incorporados a la jugada -demasiado expuestos a la particular interpretación del árbitro de turno-, no puede.
Defensa en línea. Ni en el Milan ni en el Atlético perseguía el fuera de juego, pero es un sistema defensivo que por sí solo los provoca. No obstante, las desventajas del reglamento juegan contra los tiempos actuales: ya no vale el pasito adelante de Baresi para dejar en posición irregular a un delantero. Si no interviene en la jugada, no hay infracción. Tampoco sirve el quedarse parado. En cuanto el rival hace el gesto de enviar el pase, toda la defensa tiene la obligación de replegarse.
Problemas de jefatura. En el Milan nadie discutía la jerarquía de Baresi. Él daba la orden y toda la defensa le obedecía. "Vámonos", "cedemos", "atrás". Tenía una habilidad extraordinaria para escoger la mejor opción en cada momento. En el Atlético, es también el central izquierdo el que tiene la jefatura. Pero ni Santi, primero, ni ahora Chamot actúan con la misma convicción ni tienen el mismo ascendente sobre sus compañeros. Da la sensación de que en el Atlético, pese a la consigna, piensan todos. Cada cual interpreta qué hay que hacer a su antojo. El incidente Serena-Chamot en este sentido (se enzarzaron con empujones tras haber ejecutado mal la suerte) es del todo significativo. Y un equipo está muerto si en la defensa en línea todos no se mueven a la vez.
Desde Kiko a la defensa, 35 metros. Sacchi no ha variado el concepto desde que le dio frutos en el Milan: el equipo debe funcionar como un solo cuerpo, siempre con la misma distancia de norte a sur y de este a oeste. La orden que conocen todos en el Atlético es que desde Kiko a la línea defensiva siempre debe haber una distancia de 30 o 35 metros. De esta forma, se produce tal densidad de jugadores en esa especie de caja que es muy difícil que el rival pueda maniobrar a su gusto. Tampoco se está haciendo siempre bien: a veces la distancia se agranda y el equipo lo paga.
Descoordinación. Uno de los grandes males del Atlético actual. Hay despistes individuales que lo condicionan todo. La presión sobre el rival, faceta clave de los centros del campo que diseña Sacchi, sólo funciona si se hace de forma sincronizada. Por la falta de costumbre de unos y por la nulidad táctica de otros, no siempre se hace así. En Oviedo, dio la sensación de que cada uno iba a su aire, especialmente Bejbl.
Agresividad. Para la prosperidad del modelo táctico de Sacchi no alcanza con el orden. No basta con saber los movimientos que se han de realizar cuando el balón cae dentro de la caja de los 35 metros, hay que concretarlos con extrema agresividad. Los movimientos del sistema son relativamente sencillos, pero exigen grandes esfuerzos, hay que hacerlos a gran velocidad, pero no siempre apetece realizarlos así. El cansancio y la falta de motivación han jugado malas pasadas al Atlético.
Naturalidad. El Milan funcionó como un mecanismo perfecto. Los movimientos salían de memoria. En el Atlético, por una lógica cuestión de tiempo, todavía no se hace así. Cada jugador debe pensar constantemente lo que debe hacer, recordar mentalmente los movimientos ensayados, no salen solos. Hasta que se adquiera la inercia defensiva, Sacchi reclama a los suyos máxima concentración. Hasta ahora no han sido capaces de mantenerla a lo largo de un partido entero.
Zona de acoso. El Atlético no presiona arriba. Aguarda en el centro del campo, o unos pocos metros por delante, y reserva el momento del acoso sobre el rival cuando el balón cae por esa zona. Con mayores beneficios cuando acorrala al rival en una banda, pero también se ejecuta cuando la pelota circula por el centro. Con el Milan, Sacchi ordenaba la presión más cerca del área contraria.
Aburrimiento. A veces es mejor hacer algo mal en lo que todos creen que algo bien si no se está convencido. Los jugadores cogieron con ganas la aventura Sacchi, pero empiezan a desconfiar. No parecen convencidos de los beneficios de su sistema. Además, empiezan a dar muestras de aburrimiento. Tanto trabajo, tanta insistencia en los mismos movimientos durante los entrenamientos, han provocado una pérdida de fe en el modelo. Grave problema.
Jugadores. El Milan juntó a Tassoti, Baresi, Costacurta, Maldini, Donadoni, Rijkaard, Ancelotti, Evani, Van Basten y Gullit. El Atlético no enseña esta nómina. Ya no es sólo la habilidad individual para saber qué hacer cuando se tiene la pelota -la principal carencia del Atlético-: los rojiblancos salen perdiendo igualmente en las cualidades defensivas individuales de su gente. La novedad. El gran Milan contó con una gran ventaja de la que no goza el Atlético: fue una novedad, una revolución que pilló por sorpresa a todos los rivales. Ahora es un modelo de sobra conocido y copiado por otros.
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