El Mundial de las ausencias (4)
Los mejores corredores del mundo vuelven a desertar de la carrera del 'arcoiris'
Piensen un momento. ¿Quién es el mejor ciclista del mundo? No lo digan en alto, pero a menos que hayan pensado en Michele Bartoli tengan una cosa por segura: no ganará el Mundial de la especialidad. Un año más no verá a su ídolo vestido con el maillot arcoiris. La carrera que otorgará el premio, la del próximo domingo en el circuito Valkenburgo-Maastricht (Holanda) no la ganará Pantani, para desesperación de sus cientos de miles de fans; ni tampoco Ullrich; tampoco Jalabert, el número 1 según la UCI, estará, ni Brochard, el campeón saliente; más en la lista: Museeuw, el campeón del 96, de baja desde su caída en la París-Roubaix (abril), Zülle y Virenque (damnificados del Festina: la UCI confirmó ayer una sanción de siete meses de suspensión firme para Dufaux, Zülle y Meier, los suizos del equipo), Riis, el danés ganador del Tour 96. Y alguno más.Y van casi cuatro así, en los que la lista de los ausentes en la carrera más simbólica es más larga que la de los prsentes. Sí, exactamente, desde que la Vuelta se corre en septiembre. Pero no es eso. No teman, no es el discurso aburrido de los males que ha podido hacer alguien al ciclismo rompiendo el tradicional reparto de fechas de las tres grandes pruebas por etapas. Es simplemente el discurso de una coincidencia: cuanto más se ha empeñado Hein Verbruggen, el revolucionario presidente del máximo organismo ciclístico mundial, en alargar el calendario natural de competición (antes comenzaba en marzo y terminaba prácticamente el último domingo de agosto, con el Mundial, excepto para los clasicómanos, que la alargaban un mes más. Ahora, desde 1995, comienza en febrero y termina el segundo domingo de octubre, y en septiembre la Vuelta), más se han empeñado la realidad, la naturaleza y el nuevo estilo ciclista en llevarle la contraria. Los últimos años (ahora que parece que todo es producto del uso sin límites de la EPO) han sido, así y precisamente, los de la súper especialización.
Miguel Induráin fue el último ganador del Tour que compitió dignamente en un Mundial. Fue plata en Colombia 95, tras Abraham Olano, el año del gran doblete, el año en que comenzaron a pesar las ausencias. Aquel año, los motivos alegados por los muchos ausentes fueron fundamentalmente los relacionados con la altura de de Duitama y el tiempo de aclimatación. También aquel año, con la victoria de Olano, se puso de manifiesto la ventaja que tenían en las fechas de octubre los corredores que hubieran disputado la Vuelta. Tanta ventaja que ahora, en 1998, y excepto los italianos (Bartoli, Tafi, Rebellin), que siguen transitando la vía preparatoria de sus clásicas, los mejores corredores, los que se vacían en el Tour, empiezan a sentir pereza pensando en el Mundial. "¿Cómo voy a participar si ello me obliga a correr la Vuelta?", vienen a decir todos.
Marco Pantani, el hombre del año, por lo menos lo puede decir con razones. Su temporada ha sido larga. Comenzó en marzo con una victoria de etapa en la Vuelta a Murcia y concluyó a primeros de agosto, en el podio de los Campos Elíseos. El vencedor del Tour ya había ganado antes el Giro. Y si en el Tour se puede calificar su actuación de economicista (dio un par de golpes certeros los únicos días en que el recorrido le favorecía), la del Giro fue un puro dispendio energético hasta que logró que Zülle se agarrara las mayores pájaras de su vida. ¿Cómo se le puede exigir también el Mundial y dos meses después de su mejor estado de forma?
Lo de Jan Ullrich es otra cosa. El alemán que asombró al mundo en el Tour 97, sólo dio un día de alegría en todo el año a sus enamorados. Fue el día de la Madeleine en el Tour, el día siguiente al de su hundimiento en el Galibier. Toda su temporada se resume en esa jornada heroica. Terminado el Tour, vacaiones, pequeñas carreras. Una lesión es su disculpa oficial para no correr el próximo domingo en Valkenburgo.
El ciclismo mientras, seguirá cojo. Ni siquiera la carrera del orgullo, el histórico Mundial, parece capaz de torcer la tendencia. Un año más, el campeón del mundo será simplemente el ganador de la clásica de las ausencias.
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