El Villarreal levanta acta

El Espanyol es incapaz de mantener un resultado y de plasmar su superioridad. Por si hubieran dududas, el Villarreal acabó ayer de levantar acta. No encuentra solución de continuidad la propuesta de Marcelo Bielsa. El equipo blanquiazul se planta a la perfección sobre el campo, con mucho academicismo y con apuntes para los catadores de buen fútbol. Pero las buenas vibraciones desaparecen como la playa cuando sube la marea. Como si de un fenómeno natural se tratara, el Espanyol se pasa medio partido escarbando, acaba extrayendo un corto premio para su buena compostura -llegó el tanto ayer en el minuto 54 después de una insistencia enorme- pero, a la que el equipo rival se despabila, le basta con un remate para regresar a casa con un botín inesperado. Pasó contra el Atlético de Madrid y ayer se repitió la historia. Y el panorama se ensombrece si se tiene en cuenta que cuando juega lejos de Montjuïc todavía le van peor las cosas al Espanyol. En ese caso, además de encajar el gol de rigor, no es siquiera capaz de marcar el suyo. Así están las cosas en Montjuïc.Bielsa se vio ayer en la necesidad de remodelar su equipo. A las ausencias del lesionado Esnáider y del sancionado Villa se añadió, tan sólo iniciarse el partido, la de Pocchetino, que se lastimó en la pierna derecha. De manera que el eje defensivo quedó formado por Pacheta y Nando. Iván Helguera adelantó su posición al centro del campo y entre él y Nan Ribera ocuparon los puestos de Villa y Esnaider.

El Espanyol echó de menos un delantero nato como el argentino. Plagado de media puntas, el equipo de Bielsa no encontró la forma ni de sortear el muro defensivo del Villarreal ni tampoco de inducir al error por medio del asedio. Roberto marcaba una línea sólida e impenetrable con Imanol, Pascual, García Sanjuán y Arregi.

Pero, tal como fueron las cosas en el último cuarto de hora, hay que convenir en que la imponente apariencia del Espanyol se desvanece a la que recibe un par de acometidas. Y no encuentra forma de enmendarse ni de vacunarse contra la lógica crecida del rival que encaja un tanto. Martín Posse tuvo en sus botas el 2-0 pero su excelente recorte y su tiro cruzado se fue al palo. Era el minuto 76. Sólo dos después, llegó el empate.