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Una ley "antipaparazzi"

Los actores de Hollywood logran que California persiga como delito cualquier intromisión en su intimidad

Escindido históricamente entre el puritanismo y el voyeurismo, como lo demuestran las tremendas contradicciones del caso Lewinsky, EE UU libra también un gigantesco pulso interior entre la defensa de la vida privada y el carácter sagrado de la libertad de expresión. Hollywood, partidario de proteger la intimidad de sus famosos, ha ganado un primer asalto y ya cuenta con una ley para protegerse de los paparazzi.El gobernador de California, el republicano Pete Wilson, la firmó el jueves, aunque no entrará en vigor hasta el 1 de enero. Según esa ley, hija de la indignación y el miedo que la muerte de Lady Di provocó en Hollywood, los fotógrafos y cámaras de televisión que violen la intimidad de cualquier persona, serán considerados delincuentes.

O sea, que la prensa del corazón ya no podrá publicar imágenes como las de la boda de Madonna y Sean Penn, tomadas desde el enjambre de helicópteros que sobrevoló la mansión de la cantante y actriz en Malibú. O las de un Brad Pitt desnudo en lo que él creía que era una playa californiana privada. Ese tipo de intromisiones es ilegal bajo la nueva ley de California. "Esos paparazzi que se comportan como fieras de rapiña ya no podrán conducir a sus víctimas a situaciones estresantes, peligrosas e incluso mortales", declaró el gobernador Wilson.

Bajo la presión del sindicato de actores de Hollywood, el Congreso de California comenzó a redactar el proyecto, ahora convertido en ley, al poco de la muerte de la princesa Diana en un accidente automovilístico en París, en el verano de 1997. La imagen de una celebridad huyendo del acoso de los fotógrafos aterrorizó a gente como Elizabeth Taylor, Madonna, George Clooney, Whoopi Goldberg, Sharon Stone, Mel Gibson, Richard Dreyfuss y Tom Cruise, que exigieron leyes contra el libelo y en defensa de la intimidad. A la campaña se sumaron el actor Arnold Schwarzenegger y su esposa, Maria Shriver Kennedy, sobrina del presidente asesinado en Dallas, que en mayo de 1997 habían sido víctimas de un desagradable incidente en la localidad californiana de Santa Mónica. Tras una persecución automovilística digna de un filme policiaco, dos reporteros británicos interpusieron su coche en el camino del que llevaba la pareja, se bajaron y comenzaron a disparar, uno con una cámara de fotos y otro con una de vídeo. "Tuve miedo, me sentí muy vulnerable", declaró el actor. Su angustia, explicó, se multiplicó por el hecho de que su esposa estuviera embarazada de cuatro meses y la pareja estuviera acompañada de su hijo pequeño, Patrick, de 3 años, que acababa de ser sometido a una delicada operación de cerebro.

La ley californiana considera "violación de la propiedad" el empleo de aparatos de alta tecnología para tomar imágenes o grabar conversaciones de personas en sitios donde tienen "una expectativa razonable de privacidad". Eso incluye hogares, yates y espacios reservados de hoteles, restaurantes y playas. El paparazzi que viole esos territorios será susceptible de acciones judiciales. También podrán ser perseguidos sus patronos.

Todos los medios de comunicación de EE UU reiteraron ayer su firme oposición a esa ley, que consideran una violación de la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana, que sacraliza la libertad de expresión. Las cadenas de televisión ABC, CBS, CNN y NBC y la Unión Americana de Libertades Civiles anunciaron que presentarán recurso de anticonstitucionalidad.

La iniciativa adoptada en California podría terminar extendiéndose a todo EE UU si el Senado aprueba el proyecto de ley presentado hace unos meses por dos de sus miembros, la demócrata Dianne Feinstein y el republicano Orrin Hatch. Ese proyecto califica de crimen federal perseguir a alguien "de un modo que le provoque un riesgo físico con el propósito comercial de tomar fotos o grabar imágenes". También considera un delito federal asociado a la "violación de la propiedad" lo que, a partir del 1 de enero, ya será delito estatal en California: tomar imágenes con teleobjetivos del interior de una residencia privada, aunque el reportero esté en la vía pública.

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