Todo a 0,59 euros
La barriada malagueña de Churriana es la primera localidad europea que ensaya el paso a la moneda única
Churriana ya es Europa. El paso de la peseta al euro quedará grabado a fuego en la memoria de esta barriada malagueña con alma de pueblo, porque un cálculo de expertos decidió hace unos meses que era la localidad perfecta para hacer el rodaje de la nueva moneda. Dicho y hecho. La Sociedad Estatal de Transición al Euro desembarcó en medio de la población de 12.000 habitantes que en su día embrujó a Ernest Hemingway y a Gerald Brenan -ambos tuvieron casas allí- y se dedicó a instruir a comerciantes, ancianos, chavales y amas de casa sobre el lío de la nueva moneda. Ayer comenzó el ensayo general.Desde ayer hasta el próximo sábado, en 195 de los 200 establecimientos comerciales o de restauración de Churriana se podrán hacer transacciones en euros. Es la primera experiencia de este tipo en toda la Unión Europea. Antes se han hecho ensayos de un día en calles comerciales de algunas capitales europeas, pero nunca en una zona tan amplia y durante tanto tiempo. Y claro, la prueba es todo un acontecimiento en una localidad donde la única perturbación cotidiana es el continuo trasiego de aviones del vecino aeropuerto de Málaga.
A las nueve en punto de la mañana, Churriana estaba ya engalanada de feria y a punto para el experimento. Las clases se habían suspendido en colegios e institutos, y todo el pueblo esperaba impaciente a que se abrieran las sucursales bancarias para cambiar moneda. Cada persona podía comprar un máximo de 4.600 pesetas (27,38 euros), en paquetes de 1.600 y 3.000 pesetas. Como había cierto temor de que la gente no gastase el dinero, los paquetes de los bancos contenían sólo monedas grandes, mientras que las pequeñas se habían distribuido entre los establecimientos que se habían prestado a colaborar. También se sorteaban viajes por compras superiores a dos euros.
Pero esas medidas casi estaban de más. A las once de la mañana ya había sucursales bancarias que se estaban quedando sin euros. Los comercios colaboradores no daban abasto. "Esto al principio es un lío, pero qué le vamos a hacer", decía, con muy buen talante, el dueño de una pescadería mientras traducía con una eurocalculadora el precio del cuarto de almejas de Málaga. "¡Mira, que hoy también tenemos que comer!", le apremiaba una anciana. "Yo no creo que sea ningún lío eso del euro; es como lo de la perra chica y la perra gorda", añadía.
Otros vecinos no lo llevaban tan bien, y recorrían las calles haciendo cuentas como locos en libretillas de mano. Algunos incluso contaban avaramente las monedas que les daban en el banco. "Creo que esto no está bien", repetía un ama de casa al cajero. "¿Cómo no va a estar, señora, si nos dan los paquetes precintados?", se impacientaba el otro. Algunos se preocupaban de no gastar todas las monedas, aunque ya les han informado de que los euros que usen en estos días no servirán después como moneda de curso legal.
Pero, sin duda, los que estaban más contentos del experimento eran los chavales, que se han encontrado con unos cuantos días de vacaciones y con todas las calles atiborradas de cámaras de televisión. "Yo ya he salido en cuatro teles, y ahora me voy a ver llegar a la alcaldesa y al ministro para saludar por detrás", comentaba una quinceañera. Cuando todo el pueblo se concentró en la calle comercial para esperar la llegada del ministro de Economía, Rodrigo Rato, y de la alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, que iban a inaugurar el experimento, un grupo de señoras entonó el "Americanos, os recibimos con alegría" de Bienvenido Mr. Marshall.
El vicepresidente segundo del Gobierno, más familiarizado con el euro que los vecinos de Churriana, adquirió durante el paseo por la localidad una caja de medicamentos en una farmacia y una chirimoya en una frutería, y regaló un ramo de flores a Celia Villalobos.
La llegada experimental de la moneda única se ha convertido en toda una fiesta. Tanto, que el acontecimiento terminará el sábado con una corrida de toros en la plaza portátil que se ha instalado en las afueras de la barriada. Los churrianeros han aprendido antes que nadie que un euro son 168,22 pesetas y que, dentro de nada, los populares comercios de Todo a 100 serán de Todo a 0,59 euros. Y alguno ha entrado tan rápido en la nueva moneda que ha puesto en el balcón de su casa un cartel de venta con el precio en euros: 89.169 (casi quince millones de pesetas).
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