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"No pagaré yo solo", dice el expresidente del CONI

El Gobierno italiano forzó la dimisión de Mario Pescante

Ha sido una larga batalla que ha terminado con la derrota del principal dirigente del deporte italiano, el presidente del CONI (Comité Olímpico Nacional Italiano), Mario Pescante, obligado a presentar su dimisión. El escándalo del dopaje en el fútbol italiano, denunciado a finales de julio por el entrenador del Roma, Zdenek Zeman, se ha cobrado su última y más importante victima. El golpe definitivo para la caída de Pescante ha sido, sin duda, la confirmación de que algo turbio debe esconderse en el calcio, cuando es el único deporte del que no se conservan documentos relativos a los análisis anti-doping efectuados a los jugadores. Pescante, un hombre poderoso cuya presencia en la cúpula deportiva italiana se remonta a 1973, ha luchado hasta el final para evitar el chaparrón, pero el lunes, tras una jornada interminable de encuentros y negociaciones al más alto nivel, el presidente del CONI se rindió finalmente dejando el cetro deportivo a su segundo, Bruno Grandi, en espera de elegir sustituto.Con un comunicado intempestivo en el que denunciaba "un clima de terrorismo", en el seno de las instituciones, Mario Pescante ha dejado el CONI, -para cuya presidencia fue elegido hace cinco años-, con una seria advertencia: "no pagaré yo solo", ha dicho. En clara referencia a la lista de responsables deportivos que han conseguido con habilidad de equilibristas mantenerse en pie sobre el resbaladizo suelo del deporte nacional. Todo apunta a que ha sido el propio viceprimer ministro del Gobierno, Walter Veltroni, que tiene a su cargo también la cartera de Cultura y Deportes, el que ha exigido sin más dilación la "cabeza" de Mario Pescante. La presión sobre el máximo dirigente del deporte italiano era insoportable desde que se hizo público hace apenas diez días que el superlaboratorio de Acquacetosa, en Roma, que realiza los análisis anti-doping por encargo del CONI, no guardaba ninguna documentación relativa a los controles que se realizan a los jugadores de fútbol.

Las directivas internacionales y nacionales son taxativas al respecto. La documentación de los análisis debe conservarse durante cinco años (en caso de análisis positivos) y no menos de tres años, caso de que el resultado sea negativo. Sin embargo, Raffaele Guariniello, uno de los dos fiscales que investiga la denuncia de Zeman, comprobó que nada de eso se cumplía en Acquacetosa. Allí no se guardaba un sólo papel relativo a un jugador de fútbol, "por falta de espacio" y porque "tampoco la Federación de fútbol lo pedía", según los directivos del centro. Mientras el responsable de la Federcalcio, Luciano Nizzola, se encogía de hombros, crecía el escándalo. Tampoco Mario Pescante, a juzgar por sus declaraciones, sabía nada del tema. Ni, por supuestos los médicos.

Puesto a tirar de la manta, el ministro Veltroni ha preferido llegar hasta el final porque, después de todo, la gestión de Pescante, de 60 años, no ha sido todo lo brillante que se esperaba. En cinco años al frente del CONI ha sido convocado cuatro veces por los jueces acusado de abuso de cargo y ni siquiera consiguió para Roma los Juegos del 2004.

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