El rugir de lo antiguo
No fue por vértigo a la velocidad. Fue por el placer que supone oír el rugido de un motor antiguo por lo que el Automóvil Club Clásico de Torremolinos, en colaboración con el Club Clásico Deportivo Sur de Europa, organizó ayer una procesión de coches por el centro del municipio. De coches, eso sí, que dejaron de fabricarse hace más de 25 años. "La idea es promocionar los clásicos deportivos", explicó Agustín Blázquez, presidente del club Sur de Europa, de gran parecido físico al actor de cine Jean Paul Belmondo. Un objetivo difícil de deducir de la cantidad de modelos de Seat 600 que en toda la gama de colores pop -desde verde manzana a naranja fosforito-, esperaban en la plaza del Ayuntamiento a primera hora de la mañana. "No sé qué hacen aquí. De esos hay muchísimos", murmuraba Blázquez / Belmondo bajo su gorra de cuadros a la vez que mostraba orgulloso su Austin. Nada que ver. Todavía hay clases. Y es que los deportivos tienen que ser de dos plazas y descapotables. De los 120 que se inscribieron en esta tercera edición de Amigos de los Clásicos, sólo se lucieron unos 50 en la Feria de San Miguel. Así lo quiso el tiempo, que tampoco fue favorable para que se dejaran escuchar el motor de las motocicletas. El dueño de la Vespa ganadora el año pasado -"una de esas que tiene los faros en el suelo"-, tampoco se animaba. "No es una carrera ni un rally. El Ayuntamiento premia el caché del vehículo", dice Austin. Del caché del metal todos entienden mucho porque tienen gasolina en vez de sangre en las venas. Algunos muestran orgullosos su partida de nacimiento: "A mí, mi madre me parió debajo de una rueda", dice Kiki Vichel que, por el momento, va el primero en el Campeonato de Andalucía de Superturismos. Ha traído su Spyder 850 y un Skoda, sólo dos de los más de una docena de automóviles que posee. "¿Qué, te ha fichado ya Ferrari?", le pregunta Blázquez al verle entrar con un chubasquero rojo a juego con su gorra. Y explica: "Es que Kiki es el Schumacher de Málaga". Al presidente también le viene su afición a los coches "desde antes de tener uso de razón". No sabe, ni le interesa calcular, cuánto le costó su Austin, un coche inglés, pero fabricado para americanos. La razón: evitar a toda costa que su mujer le mate por celos. Prefiere calcular su valor por la historia que lo ata a él. "Lo salvé de un desguace en Texas. Así que imagina... Desde traerlo hasta ponerlo en marcha fueron tres años de mucho dinero". No es el único vehículo con un pasado histórico. El Peugeot 201 de color rojo vino al que sus faros demasiado juntos le dan aspecto de bizco es de "antes de la guerra". No pertenece a la categoría de clásicos, sino de antiguos, por ser de antes de 1952. Lo conduce Ana Jiménez, la única mujer en la exhibición. "Lo requisaron en la guerra para el ejército porque entonces había muy pocos coches. Luego pasó a Obras Públicas y terminaron subastándolo". Por eso la matrícula es moderna: fue el coche 7.100 que hubo en Málaga. "Al final el dueño lo dejó en una chatarrería porque le daba vergüenza conducirlo". El que conduce su marido también despierta expectación entre los aficionados que se han acercado a ver la salida. No es extraño: faros redondos y manivela para ponerlo en marcha. Es un Citroën que compraron a un clérigo francés de la alta jerarquía. Para que no pierda el tono eclesiástico le han puesto encaje de ganchillo blanco en los asientos, que queda perfecto con el color negro.
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