Un penalti absurdo da el triunfo al Sevilla
Todo lo resolvió un hecho aislado, absurdo, un penalti descarado, de esos que no resuelven nada grave y provocan un drama. Hablando en plata: un penalti estúpido. Voló el balón hacia el área del Leganés, como tantos balones que lo hacen en partidos de tan poco fuste, y José María se lo quitó de encima merced a un sonoro manotazo. Luego disimuló, se tocó el pecho, la cabeza, el hombro. A nadie engañó con tanto palpamiento.Resolvió la acción Gluscevic desde el punto de penalti con la facilidad de los especialistas. El partido acababa de nacer y el Sevilla ya sonreía. Menudo chollo. A partir de ahí, se limitó a mantener la cabeza fría, cerrar los pasillos, mover el balón y obligar a su rival a correr. Eso hizo y el partido murió perdido en la entereza del Sevilla atrás y la impotencia del Leganés en todo lo que no tenga que ver con el músculo. No está el conjunto del sur de Madrid para hombradas, desde luego. Los de Sánchez Duque venían de encadenar una racha fúnebre, como demuestran los nueve goles encajados en sus dos últimos compromisos. Ayer mejoró tan estruendoso registro, pero de nada le valió.
LEGANÉS 0
SEVILLA 1Leganés: Raúl; Óscar, Pedro, Julián Ronda, José María, Macanás; Codina (James, m.49), Roberto (Luis Martínez, m.63), Jaime, Zuluaga; y Juanmi. Sevilla: Leal; Héctor, Corona (Velasco, m.12), Prieto, Cordón; Quevedo, Tsartas (Juan Carlos, m.82), Correa, Juric; Jesuli (Patri, m.66) y Gluscevic. El gol: 0-1. M.2. Balón que vuela sobre el área del Leganés y José María lo despeja con la mano. El penalti lo lanza Gluscevic, que supera a Raúl. Árbitro: Navas Lasa. Amonestó a Julián Ronda, José María, Quevedo, Correa y Héctor. Unos 2.500 espectadores en el campo de Butarque.
Resultaría injusto no valorar el coraje del Leganés, que lo intentó de todas las maneras posibles. Antes del descanso encadenó varios remates de peligro, sin más resultado que el de la frustración. El Sevilla cerró filas en torno a Leal, que se mantiene imbatido después de cuatro partidos, y apeló al contragolpe. Nunca vio de cerca el segundo gol, ni falta que hacía, y acabó dejándolo todo en manos de su defensa. Así solucionó un partido que sólo pasará a la historia por un penalti de esos que no merecen más premio que el de la derrota.
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