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Con un gol basta

El promedio de goles del campeonato es uno de los más bajos que se recuerdan - Seis partidos se resolvieron por un solo tanto - El Mallorca, el único que aguanta el ritmo del Real Madrid

Más allá de un Madrid-Barça cuyo resultado no hirió a nadie, y que dejó una resaca menos vociferante que de costumbre, la jornada mantuvo la línea habitual de un campeonato al que parece que le cuesta arrancar: mucha igualdad, poco fútbol y miseria absoluta en cuanto a la capacidad goleadora. Nunca anduvo tan desafinada la puntería del fútbol español. 53 goles se han visto en las tres jornadas disputadas, a una media de 1,7 por partido, o lo que es lo mismo, 0,8 por equipo. Los protagonistas de la llamada, todavía, Liga de las estrellas, no son capaces de promediar ni siquiera un gol por encuentro. Hay a quien no le importa que la competición se haya italianizado hasta la médula. Ahí está el Valencia, cuyo técnico, Claudio Ranieri, se mostró feliz por la pírrica victoria ante el Villarreal (1-0) y pasó por alto detalles que al parecer importan un comino. Por ejemplo, el patético juego del Valencia.Bastó un gol de Angulo para resolver la contienda. La mínima renta también se coronó en otros cinco partidos: Alavés-Zaragoza (1-0), Oviedo-Tenerife (0-1), Extremadura-Athletic (0-1), Racing-Betis (1-0) y Real Sociedad-Mallorca (0-1). En la Liga española, hoy por hoy, basta un gol para resolver cualquier conflicto. Del guión se escapó el Salamanca, que derribó con suficiencia a un Deportivo que prometía maravillas (3-1).

El día golpeó con dureza al Zaragoza, el único que podía robarle al Madrid el liderato, y encumbró al Mallorca, que ya acompaña a los de Hiddink en lo alto de la tabla. En el partido más atractivo, el Atlético tuvo que cambiar su discurso para desactivar a un buen Espanyol (1-1). La táctica quedó aplastada por la imaginación de Kiko, lo que resulta una magnífica, aunque aislada, noticia.

La jornada, en fin, dejó a Raúl en lo alto de la tabla de goleadores y mostró al nuevo seleccionador, Camacho, paseándose por Montjuic como un héroe. Lo que han cambiado las cosas. El problema es que también lo han hecho en lo referente al espectáculo, que vive encallado en la orilla del miedo, del éxito por la mínima, del resultadismo convertido en religión.

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