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La querencia de UnióXAVIER BRU DE SALA

Siempre les pilla desprevenidos, siempre encuentra Unió en Convergència la respuesta intempestiva que conviene a los democristianos. El resultado invariable es que al final de cada refriega ha crecido la imagen de Duran como político sensato, sereno, paciente... cuando, en realidad, el lío empieza siempre por él. Pero como es él quien administra la calma y la tensión, controla tempo, pasos y decibelios, acaba el round sonriendo con elegancia mientras CDC refunfuña y da portazos. ¿Cómo puede funcionar semejante método durante tantos años? Por dos razones principales. Una, porque CDC dejó pasar la oportunidad de comerse el embrión de partido que fue durante años UDC o, alternativamente, desprenderse de él mientras era inviable por sí mismo. Temía el dolor de la amputación del pequeño ser (se lo comiera o lo tirara a la basura) y ahora está atrapada por el pánico a la hemorragia. En política, como en las leyes de interrupción del embarazo, hay fechas tope irreversibles. Dos, porque Unió cumple ante la sociedad bienpensante, de centro derecha o de centro izquierda, el papel de vigilante moderado de CDC y guía prudente del nacionalismo por las sendas del entendimiento: consenso con las demás fuerzas políticas, conveniencia de entrar en el Gobierno central, desmarque del primer borrador de la ley de política lingüística, distanciamiento de la atolondrada dinámica de esa entente periférica denominada Declaración de Barcelona, e cosi via. Descartada la ruptura y la fusión a corto y medio plazo (quien piense de veras en ellas no tiene entendederas para estar en política), Unió es la administradora de la calma y la tensión en el seno de CiU. Seguro que Duran debe dedicar bastante tiempo al cálculo meticuloso de los conflictos. Por eso el curso político ha empezado con la atención focalizada en su aspiración, perdón, la de su partido, a convertirse en el número dos de Pujol en la batalla contra Maragall. A poco que se piense en la segunda derivada de las situaciones complejas -y pocos son capaces de hacerlo en Convergència, aunque Pujol compensa el fallo porque es capaz de pensar en la tercera derivada-, al plantear el tema, Duran debió haber deducido que CDC sólo podía responder con un sí pero o con un no pero. Sí, pero designo a un número dos real que no serás tú, con lo cual te quedas de florero, sin cargo y luchando en inferioridad de condiciones con alguien señalado con el dedo por Pujol. (Aclaración innecesaria: digo sin cargo porque, al mando de una consejería importante, Duran cabalgaría millas, mientras que los demás consejeros, incluido el de Presidencia, se pondrían en evidencia al seguir a remolque de la andadura de Pujol). No, pero te debo una, ya que, como reconocen incluso los más aguerridos jóvenes de CDC, a Duran Lleida se le debe buscar un puesto. Un puesto que nunca sería tal sin cesión de poder a Duran por parte de quien ahora lo tiene todo. Nada enfada más al león que descubrirse mordiéndose la cola como consecuencia de la astucia de la raposa. El sí pero es un mal disimulado no y el no pero un peor disimulado no. CDC no tiene, pues, respuesta satisfactoria a la petición de Unió, por otra parte nada desmesurada. Los masovers de los angostos valles, impotentes, agachan cabezas y levantan ojos hacia la claridad de la montaña donde se sienta Pujol. Hoy se reúne en cónclave la directiva de Unió y mañana la de CDC. ¿Resultado? Una cosa es analizar y otra profetizar. Lo único que está cantado es que el conflicto se cerrará con algún tipo de arreglo. Y aunque no fuera así, Duran lo cerraría argumentando benedictinamente que alguien debe ceder en bien de la comunidad. Lo que de todos modos me extrañaría mucho es que el episodio no se cerrara en falso. Si sale el sí pero, Duran tendrá lo que pedía. Si sale el no pero, también. O incluso más. Porque tanto el presidente como él saben que las expectativas de Duran en Cataluña son inversamente proporcionales a la longevidad política de Pujol. Que, para Pujol, nombrar sucesor o ceder poder (es lo mismo) equivale a una certificación de inicio del declive y a la abertura del melón sucesorio. Que, en consecuencia, mientras CiU no pierda unas elecciones, seguirá sin haber puesto de relieve para otro que no sea Pujol en Cataluña. Pero, por fortuna, la actuación de CiU no se circunscribe a Cataluña. Pujol no tendrá otro remedio que dejarle ocupar, a Duran, el puesto en Madrid que impidió ocupar a Roca. Duran tiene un partido y no se lo dejará quitar de las manos. Y este fin de semana obtendrá sin duda ases con vistas a la partida que se va a jugar en el próximo acuerdo de gobierno en Madrid con el resultado de entierro de la gobernabilidad. A partir de entonces, de llegar el día, el peso de Duran en el nacionalismo catalán equivaldrá al de Pujol. Querencia significa amor, pero también el lugar deseado al que se tiende por naturaleza. Por más vueltas que se den.

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