La derecha liberal francesa cambia de líder para salir de su crisis política
En esta Francia en la que crece la economía y baja el paro, aumenta la confianza de los franceses en sí mismos y se disparan las cotas de popularidad del presidente conservador Jacques Chirac y del primer ministro socialista Lionel Jospin, puede decirse que tout va bien (todo va bien). Todo salvo la derecha democrática. Ésta, carcomida por las luchas internas y el fantasma de los pactos regionales con el Frente Nacional (FN) de Jean Marie Le Pen, busca un líder capaz de sacarla del túnel. La nueva apuesta parece ser François Bayrou.
Bayrou es el presidente de Fuerza Democrática, una de tantas formaciones políticas que componen la nebulosa de la derecha liberal francesa. Esta madrugada estaba llamado a auparse como sustituto del defenestrado François Léotard al frente de ese paraguas electoral llamado UDF (Unión por la Democracia Francesa), el segundo partido de la oposición conservadora.El ex ministro de Educación, una de las pocas jóvenes promesas de la derecha que conservan parte de su capital político, parecía contar anoche con el apoyo mayoritario de las federaciones que agrupan un cifra oficial de 75.000 afiliados.
Su presumible victoria no le permite, sin embargo, lanzar las campanas al vuelo, mucho más cuando el debate y la pugna de candidaturas acreditó ayer tarde una vez más las dificultades de la UDF para librarse de la sombra de la ultraderecha del Frente Nacional.
Desde que el pasado marzo el partido de Le Pen condujo a la presidencia de los Consejos Generales a cuatro candidatos de la UDF, esta formación ha estado permanentemente envuelta en la crisis interna desencadenada por aquellos pactos. Las expulsiones de los cuatro consejeros generales fueron sólo un cortafuegos relativo que ni impidió la posterior ruptura interna, ni el sacrificio de François Léotard, ni la salida de Alain Madelin y sus militantes de Democracia Liberal. Por lo que se vio ayer, tampoco agotó el debate sobre las alianzas con el FN ni expurgó a los elementos más abiertamente colaboracionistas con la extrema derecha.
Pese a que sus posibilidades de alzarse con la presidencia eran ciertamente remotas, el principal adversario de Bayrou no fue otro que Hervé Mariton, aliado declarado de Charles Millon, el ex ministro de Defensa y presidente del Consejo Regional de Rhône-Alpes elegido con los votos del FN, que encarna como nadie esa ala dura de la derecha dispuesta a trabajar con el FN. Por si la cuestión no había quedado suficientemente clara, el martes mismo en uno de los debates previos a la votación de ayer, Hervé Mariton interpeló a Bayrou subrayando que la reforma "exige aliados".
La intención resultaba tan evidente que Bayrou tuvo una vez más que vulnerar la regla de conducta que se ha dado de no hablar más del FN para responder: "Está claro que para ti, los aliados son el Frente Nacional; vuelves a plantear un debate que hizo estallar a la oposición".
Precisamente, uno de los elementos de interés de las votaciones de ayer, cuyo resultado final debía conocerse ya en la madrugada, era calibrar el efecto de la escisión del grupo de Alain Madelin y el peso de todos aquellos que sin abandonar las filas de la UDF continúan negándose a descalificar las alianzas con la extrema derecha. Obviamente, el otro punto de interés era conocer el número de votos registrados y los apoyos con que cuenta Bayrou en esa tarea de recoger los trozos rotos y recomponer un proyecto sumamente devaluado.
A las nuevas dificultades, se suma el problema tradicional de todos esos grupos organizados en torno a los barones del partido que ven en la UDF una plataforma electoral, más que como proyecto compartido.
El presidente del Partido Radical, Thierry Cronillet, sin ir más lejos, insistió a lo largo de la jornada en su rechazo a la desaparición de su grupo. "Negar la diversidad de la UDF sería suicida porque sus componentes son complementarios", dijo tras extenderse en un elogio de la pluralidad, la diversidad, las distintas sensibilidades y corrientes.
Con la deriva suicida de la UDF a favor de sus argumentos, Bayrou proclama estos días que "la unificación y la clarificación son los elementos imprescindibles del renacimiento de la UDF". Según él, la situación de la segunda fuerza de la oposición democrática es tal que su opción es dramática: "Tenemos que elegir entre la vida o la muerte".
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