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Reportaje:

Un recluta ruso mata a ocho marineros a bordo de un submarino nuclear

Las fuerzas de seguridad lograron acabar con el asesino tras fracasar todas las negociaciones

La noche del jueves transcurría tranquila en Solístaya, base de submarinos nucleares rusos. Nada presagiaba la tragedia. Alexandr Kuzminij, marinero de 19 años destinado en la Flota del Norte, pilló desprevenido al centinela en el muelle. Éste no se esperaba el martillazo que su compañero le dio en la cabeza: la sangre corrió por su cara y le nubló la vista. No pudo evitar los otros golpes, que fueron mortales. Alexandr cogió el fusil del centinela y disparó a un oficial que quiso detenerlo. Al asesinato del centinela, a las tres y media de la madrugada, se sumaron los de siete marineros más. Soldados rusos consiguieron finalmente abatir al joven marinero.

Matanza en un submarino ruso

Alexandr, armado con el kaláshnikov, regresó al submarino nuclear y sin vacilaciones mató a sangre fría a cinco compañeros que dormían plácidamente. Tomó a otros dos marineros como rehenes y también los asesinó. Se atrincheró entonces nada menos que en el compartimiento de torpedos y amenazó con hacer volar por los aires a la moderna y peligrosa nave. Según un experto, ese compartimiento puede tener unos 40 torpedos.

Los que conocieron a Alexandr en su vida de civil, no se explican cómo ha podido convertirse en un sangriento asesino. Los profesores del colegio de San Petersburgo lo caracterizan como a un muchacho equilibrado y buen alumno. Nunca tuvo problemas psíquicos y su historial médico le muestra como a un joven normal. Por ello, los motivos de su sangriento actuar hay que buscarlos en Skalístaya (Rocosa), la base naval ubicada en las cercanías de la ciudad-puerto de Múrmansk, en el norte de Rusia.

O se ha vuelto loco, aventuran los que le conocen, o es una venganza por las salvajes novatadas -desde feroces palizas hasta violaciones- que se practican en las decadentes Fuerzas Armadas de Rusia. Es la primera vez que esto ocurre en un submarino que puede estar equipado con armas atómicas. Los marinos de la Flota del Norte no comentan sobre esta posibilidad y prefieren hacer creer al público que Alexandr es un desequilibrado mental.

El Servicio Federal de Seguridad, heredero del KGB, ha tomado cartas en el asunto y ha enviado a la base naval a un comando especial. Pero los intentos de convencer al muchacho de que se entregue no han dado resultado. Alexandr actúa seguro de sí mismo y se niega a rendirse. Ni siquiera ha servido el que enviaran a buscar a San Petersburgo a los padres del marinero, trasladados en avión urgentemente a Skalístaya. El hijo se negó a hablar con sus progenitores. Sí permitió a un agente del Servicio de Seguridad que subiera al submarino y que entrara en el compartimiento en el que se ha encerrado. El agente tampoco logró convencer a Alexandr. El joven asesino reiteró su amenaza de hacer explotar el submarino, pero a la vez se mostró dispuesto a conversar con su hermano, que por el momento no está en la base naval. Finalmente, las fuerzas de seguridad lograron entrar en el submarino y acabaron con Alexandr.

Por más que se haya desmentido oficialmente que el submarino estaba preparándose para una misión, el comando especial debía haber tenido en cuenta que la nave no estuviera cargada con torpedos nucleares. Después del fracaso del primer intento de capturar a Alexandr, realizado pasadas las once de la noche, hora local (medianoche en España), se estudió inyectar en el submarino un gas somnífero para neutralizar al joven. Según el plan, sólo después de que la sustancia química le hiciera efecto se procedería a abrir las compuertas de la nave.

El submarino del que se apoderó Alexandr es del tipo Akula (Tiburón). Fabricado en 1983, se unió al año siguiente a la Flota del Norte. Estos submarinos tienen un reactor nuclear y pueden llevar misiles Shkval y torpedos con cargas atómicas. La Flota del Norte tiene ocho Tiburones, que patrullan los mares del Ártico. Su tripulación suele ser de 62 personas, la mitad oficiales; del resto hay una docena de conscriptos. El Tiburón, de 110 metros de eslora, puede perseguir en silencio a barcos enemigos durante semanas.

La región de Múrmansk es sede de la Flota del Norte, que, según la organización ecologista noruega Bellona, posee cerca de 60 submarinos nucleares operativos y otros 90 desechados para el desguace. De éstos, una cincuentena tiene combustible nuclear como para causar catástrofes tan o más grandes que la de Chernóbil. Noruega ha manifestado su preocupación en muchas oportunidades e incluso se ha mostrado dispuesta a financiar el desmantelamiento de las peligrosas naves. Un accidente nuclear en la zona causaría un desastre ecológico en el mar de Barents y tendría consecuencias funestas para las zonas nórdicas de Rusia y Noruega.

En el norte y en Primorie, en el Pacífico, Rusia posee 150 submarinos nucleares en desuso. Moscú es consciente del peligro, pero en estos momentos de crisis no hay dinero para construir depósitos fiables. Estados Unidos y algunos países europeos contribuyen económicamente al desguace de los submarinos atómicos rusos.

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