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Academia

Los románticos franceses podían rebelarse contra los preceptos demasiado rígidos y refinados de la Académie porque sabían que la institución seguiría regulando la lengua culta como lo había hecho desde el siglo XVII. La Academia Española, que siguió el modelo francés, es casi 100 años posterior, pero ejerce un papel similar. Eso no ha impedido que una docena de instituciones académicas surgieran en América Latina, sin que nadie haya puesto en discusión que allá y acá se habla el castellano. Los ingleses, tal vez más prácticos, no han necesitado una autoridad oficial para normativizar un idioma que ha conquistado el mundo. Por lo que se refiere al catalán, hubo que esperar a comienzos del siglo XX para poner orden en la anarquía ortográfica y gramatical, con Fabra como impulsor y el Institut d"Estudis Catalans como instrumento. Las Normas de Castellón, de 1932, no fueron sino el reflejo de aquel movimiento racionalizador en el ámbito valenciano. Ahora nace aquí la Acadèmia Valenciana de la Llengua, y lo hace para cerrar una polémica a propósito de la filología y la lingüística que ha desangrado las energías del país durante varias décadas. Nada insólito, en todo caso, si tenemos en cuenta que en Alemania ha suscitado protestas y debates la actualización ortográfica recientemente aprobada por la Administración federal. Un diccionario publicado hace poco recogía unas 4.000 voces al catalogar los "pueblos del mundo". El complejo inventario de lenguas del planeta, por otra parte, cifra su número entre 3.500 y 4.000, aunque menos de una treintena destacan por su potencia demográfica. La mayoría de los humanos vive en comunidades multilingües donde son extrañas la armonía y la equidad y habituales el conflicto y la desigualdad. Por ello, más de 150 estados han establecido disposiciones legislativas para hacer frente a esos conflictos. También hay peculiaridades nominales de todo tipo y, por poner dos ejemplos europeos, en Bélgica llaman flamenco a un idioma que nadie discute que es el holandés y en Moldavia, moldavo a la lengua rumana que hablan allí. En fin... Los valencianos tendemos a instalarnos en el trauma colectivo, pero no somos tan raros. A escala mundial, nuestras anomalías no lo parecen tanto. Por eso, la creación de la Acadèmia debería abrir otras perspectivas. Puede que haya llegado la hora de dejar trabajar a los lingüistas en lo que denominan corpus planning, la planificación de corpus (normativa ortográfica, standard y todas esas cosas), para centrar los esfuerzos ciudadanos en el status planning, la planificación de status, o lo que es lo mismo, la alfabetización, la promoción social y la normalización del valenciano. En suma, la política lingüística propiamente dicha.

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