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Tribuna
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Feroces

Cuatro poetas malagueños van a aparecer en una antología de Isla Correyero que se llama poesía feroz: voces jóvenes, radicales, independientes, poco publicadas y esas cosas tipo fronterizo que se inventan los antólogos para que se consiga leer a los antologados tras promoción mediática. Precisamente la antóloga es fruto de antología: Las Diosas Blancas, que puso a varias poetisas en medios y recitales en los ochenta. Los elegidos son algunos amigos, escriben todos muy bien y que les lean a miles. El caso es que han salido los cuatro -Jesús Aguado, Juanma Villalba, Isabel Montalbán y María Eloy García- con otros más en un reportaje del Interviú del 31 de agosto, en un número ya de por sí antológico: en sus páginas, aparte de los tradicionales desnudos femeninos, Mónica Lewinsky lo confiesa todo -"estaba enamorada de Bill, creí que un día se casaría conmigo", dice la feroz becaria que buscaba en el diccionario la definición de sexo para ver si lo que hacía con Clinton entraba en el cupo-, se explica el negocio del Viagra y se le ven las bolas a Gerard Depardieu y Carole Bouquet. Todo de una radical ferocity. La radicalidad, la poesía y el sexo siempre han estado muy unidas: los chicos del 27 se meaban en los muros de la academia de la que Dámaso Alonso llegó a ser presidente. Lo de buscarse la vida en su crudeza, también. Un poeta popular, malagueño y ágrafo, lo revelaba en fandango: "Malamente./ Fíjate tú si estará/ tan malamente la cosa/ que al erótico llamé/ por aliviarme las zonas/ y contestó mi mujer./ La curpa é de telefónica". Chiquito de la Calzá. La lírica radical con patente de Gregory Corso sale del armario y abandona los Apeles de Son Armadans para hacerse manifiesto. Habrá que dar ya recitales en las cabinas de un sex-shop, mientras el público recibe pañuelitos de papel tras el cristal por si las mónicas. La antología ha obviado a otro poeta malagueño, Antonio Blanco, cuyos poemas sobre Vanessa Tragasables, la de las felaciones múltiples, le hacen sentirse radical. Que rimar mamadas resulte tan provocador, máxime cuando lo hace hasta Clinton y en EE UU cualquiera puede llegar a presidente, eso sí que es radicalmente sospechoso. Hace años otro poeta malagueño, entonces joven y feroz, declamaba sobre las mesas del Ateneo y se desnudaba luego. Hoy, José Carlos Cómitre, es un sabio jardinero. Aún es joven y escribe muy bien. Aún le leen muy pocos. Deberá ir a que La Veneno le entreviste y rimar polla con secuoya.

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