Un arranque rutinario
Espanyol y Zaragoza lograron las únicas victorias del domingo - El Barcelona sufrió ante el Racing y Hesp se hartó de hacer paradas - Polémica arbitral en el Celta-Deportivo - Seis goles en el Real Sociedad-Oviedo
Comenzó la Liga con pocos goles, demasiados empates, escaso juego y un cierto aire conservador. Se observó un cierto aire cansino en un buen número de equipos, una sensación que puede explicarse a la vista de la intensidad de encuentros que les esperan en el mes de septiembre. No se puede obviar un hecho: casi la mitad de los clubes de Primera tendrán compromisos internacionales dentro de un par de semanas. Fue, además, un comienzo extraño: la Liga se suspende la próxima semana con motivo del encuentro Chipre-España.Sólo en un encuentro -el Real Sociedad-Oviedo- se marcaron tantos goles como en el resto de la jornada. Hubo un cierto aire continuista respecto al ambiente de la pasada temporada. Y quien mejor retrató esa sensación fue el Barcelona, que pasó tremendos apuros ante el Racing. Tanto es así que, nuevamente, el héroe del equipo azulgrana fue el guardameta Hesp, autor de un buen puñado de paradas increíbles. Como hace un año, Hesp se convierte en el hombre clave de Van Gaal, por encima de todos los fichajes del verano. El arranque del campeonato fue decepcionante para el Atlético y para el Athletic, que no pudieron sumar un solo punto. Ambos tuvieron ausencias destacables, unos por lesión y otros por un deseo de conservar jugadores ante las citas que se avecinan.
En esas circunstancias, la jornada no va a dar demasiada conversación. Sí, el Barcelona no ha empezado bien, pero eso es pura rutina, quien sabe si una costumbre de van Gaal; en todo caso, es polémica a largo plazo, propia de los grandes clubes. Espanyol y Zaragoza celebraron sus primeras victorias. En el caso del Espanyol sigue vigente el conflicto entre el club y su entrenador: el público terminó pidiéndole al técnico Marcelo Bielsa que se quede y se olvide de la selección argentina. Una petición tan egoista como comprensible: al público le gustó su equipo y el nuevo proyecto, porque el Espanyol jugó al ataque con claridad, un estilo que no se daba en los tiempos de Camacho. Y, para no ser menos, un atisbo de polémica arbitral a cuenta del derby gallego, con dos jugadas conflictivas que perjudicaron al Celta.
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