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Vecinos de tienda, vecinos de arena

María Fabra

Torre La Sal es una playa que ocupa varios kilómetros del litoral castellonense. Por el norte limita con Oropesa, por el sur con Torreblanca y forma parte del término de un municipio de interior como Cabanes que posee una lengua de terreno que llega hasta el mar. Su franja de arena es desigual, dependiendo de los tramos, pero, en cualquier caso, ofrece espacio suficiente para todos aquellos que a ella se acercan. Es una playa abierta al Mediterráneo, por lo que sus aguas suelen tener unos grados de temperatura menos que las de las calas o bahías colindantes. Esta playa suele tener un número de bañistas fijos, aunque las personas varíen periódicamente. Esto se debe a que, junto a ella, se han ubicado decenas de campings, que conforman la mayor oferta de este tipo de alojamiento veraniego de la provincia de Castellón. Torre La Sal se ha convertido en la playa de los campistas. En cada uno de estos establecimientos, situados en primera línea de este tramo de costa, hay una salida a la arena, consistente en un pequeño camino de piedras y tierra. Tampoco la calzada que recorre el litoral está asfaltada, lo que la hace más incómoda para aquellos que se han de desplazar en coche. Quizá por ello, resulta extraño ver vehículos cercanos a la costa. Apenas tres o cuatro turismos se encaran al mar como desafiando su soledad. Sin embargo, sí es más frecuente la presencia de otro tipo de medios de transporte. Los más perezosos se ayudan de sus bicicletas para acercarse hasta el mar. También hay quien utiliza pequeñas motocicletas, aunque lo mayoritario es la llegada de bañistas viandantes. Tampoco los bares o quioscos de verano se agolpan, ya que aparecen salpicados a lo largo de la playa como si de una plantación aérea se tratara. Los clientes de Torre La Sal son de lo más diverso, tal como son los ocupantes de un camping. Nacionales y extranjeros, ocupan sus huecos y, en el caso de caer en un espacio muy poblado, permanecen ajenos a todo lo que ocurre a su alrededor.

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