El 'pichichi' caprichoso
No tardó Christian Vieri en convertirse, como coreaba el Calderón, en capo cannoniere. 24 goles -a pesar de media temporada lesionado- lo consagraron en España y en el planeta de los goleadores. Fue pichichi. Por sus privilegios, un pichichi caprichoso.Desde su llegada al Atlético, el 15 de julio de 1997, estuvo imbuido de un mutismo enigmático que atravesaba una mirada inestable. Ya desde Italia cuando supo de su fichaje, intentó negar con palabras lo que desmentirían los hechos: "No será traumático irme a Madrid". Y fue un trauma. No tardó en comenzar la Liga y el chico seguía inescrutable. En septiembre se filtraron los primeros rumores de su incomodidad, y comenzó la exhibición: lesiones extrañas, añoranza por su tierra, por su fisioterapetua el doctor Ventrone de Turín, adaptación embarazosa a un Madrid en el que no terminaba de sentirse a gusto, y una oferta del Milán: 4.000 millones y Kluivert, o un trueque por Weah...El club lo desmintió una y otra vez y él hizo lo posible por no ocultar su desarraigo: "Al final de la temporada veremos si sigo".
Los Gil hicieron todo lo posible por retenerlo. Facilitaron la llegada y adaptación de sus amigos a Madrid, le cubrieron de regalos, y llegaron a humillar en su presencia al entrenador, Radomir Antic, para que se amoldara a sus peticiones en los entrenamientos. Gozó de unas prerrogartivas desconocidas para el resto de los jugadores. "Es el consejero de Jesús Gil", comentaba la prensa italiana. Mientras tanto, Vieri se distanciaba de sus compañeros -sólo Juninho y Kiko mantienen alguna relación con él- y de su técnico -al que acusó de ser "poco inteligente y mala persona", y hasta agredió físicamente-. Con un "estás loco, hijo de puta", ante las cámaras, en un partido, hizo público su desprecio por Antic. El serbio fue destituido a las pocas semanas. Consentir al goleador era la pauta. Para ello se anunció en junio el fichaje de Arrigo Sacchi, que precedía a la correspondiente italianización.
No fue suficiente. Vieri siguió añorante y caprichoso. Y Sacchi, que llegó para familiarizarlo con el entorno, puede ser su límite: tiene más poder que Antic, ensalza el sacrificio, y asegura detestar el egoísmo.
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