_
_
_
_
Reportaje:OASIS DE AGOSTO

Malibú tiene sucursal en Valdemorillo

Un centro de esquí náutico con campo de voley playa, barbacoa y música recrea, a media hora de la capital, el ambiente de las playas más animadas

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

A poco más de media hora en coche de Madrid, en el municipio de Valdemorillo (4.100 habitantes), hay un Malibú en miniatura. Un pequeño embalse donde se puede practicar el esquí acuático, jugar al voley playa, tumbarse sobre fina arena y disfrutar de una grandiosa barbacoa. Se trata del centro de esquí náutico Cerro de Alarcón, en la urbanización del mismo nombre. Lo regenta el cuatro veces campeón de España de eslalon acuático, Guillermo Moreno de Carlos, de 42 años. Este centro de esquí náutico es una pequeña sucursal de las playas al más puro estilo californiano. La única variante, aparte del idioma, es que, en lugar de tener delante el océano Pacífico, mira a un embalse de un kilómetro de largo y unos 200 metros de ancho. Eso sí, la arena es tan fina como la de playa. "La hemos traído en camiones de unas canteras que hay en un pueblo de Segovia", apunta Moreno de Carlos. La comida también cambia. Priman los productos autóctonos: en vez de puestos de perritos calientes y hamburguesas, en el quiosco con barbacoa, situado a orillas del pantano, se asan a la brasa choricitos, morcillas o chuletas de cordero, que se pueden combinar con una ensalada mixta o un gazpacho fresquito.

Lo que casi no mejoran ni los puntos más calientes del litoral californiano son las condiciones en las que se practica el esquí náutico. El embalse tiene la longitud suficiente como para desarrollar una velocidad de hasta 100 kilómetros por hora sobre las tablas. "Ésa es la velocidad que se desarrolla en una aceleración instantánea cuando se cruza en diagonal la estela de olas que deja tras de sí la lancha de remolque", explica Moreno de Carlos.

El esquí ha sido un cebo irresistible para visitantes ilustres y conocidos amantes del vértigo. Es el caso del piloto de motos estadounidense John Kocinski. "Vino esta primavera, en un hueco que hizo entre sus pruebas de motos, justo antes del Gran Premio de Francia. Le gustó mucho el sitio, y además el esquí le sirvió de entrenamiento para hacer un carrerón en Francia", asegura el campeón español de esquí.

En mitad del embalse hay una pista de saltos para los esquiadores más osados. A remolque de la lancha, el esquiador acomete la rampa, se desliza sobre ella y vuela cerca de una veintena de metros hasta que cae sobre la lámina acuática. En ese momento clave hay que intentar no perder el equilibrio ni soltar la cuerda y hundirse en el agua. Al hijo de Moreno de Carlos, Guillermo, de 13 años, saltar no le supone dificultad alguna. Guillermo sube por la rampa y aterriza sobre las aguas de pie. Luego sigue deslizándose con toda soltura. No en vano se ha proclamado tres veces campeón nacional infantil de esquí náutico. Este año ha quedado tercero.

Y es que éste es un deporte que se adapta a todos los niveles, asequible hasta para los más pequeños, como Nacho, de 10 años, quien el miércoles pasado aseguraba que "no es difícil" patinar por el agua calzando esquíes. Además, "cuando te caes no te haces daño", añadió. A Paqui Camargo, de 30 años y que en septiembre ingresará en la Academia de Policía Municipal de Madrid, le ha entrado "el gusanillo" de este deporte, según confesó tras su tercer día de clase.

Su aprendizaje comenzó el lunes, sin tener ni idea, pero "cada día" progresa algo más y poco a poco logra "un mejor manejo de los esquíes", señaló el miércoles. Una clase de esquí cuesta entre 2.500 y 3.000 pesetas. Dura unos 15 minutos, el tiempo suficiente para acabar con los músculos exhaustos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La lancha que se emplea como remolque para tirar de los esquiadores está especialmente diseñada para este deporte. "Levanta muy poco oleaje", destaca el tetracampeón. Tiene un motor de ocho cilindros que desarrolla una potencia de 315 caballos. Se alimenta de gasolina sin plomo, y su tubo de escape vierte al aire, no al agua.

El club de esquí náutico Cerro de Alarcón (teléfono 909 01 91 92) celebrará el próximo día 25 de septiembre una prueba nacional de eslalon acuático, y los días 10 y 11 de octubre servirá como sede del Campeonato de Esquí Náutico de la Comunidad de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_