¿Risas y estrellas?
Una noche de sábado, sea por el calor o por el motivo que fuera, no podía dormir. Para pasar el rato, mientras esperaba la llegada de Morfeo, me puse a ver la televisión. "¿Risas y estrellas?, ¿por qué no?", me dije. Actuaba Arévalo, y soporté la cantidad exacta de seis chistes: cuatro de gangosos y dos de gitanos. La fórmula se repite hasta la saciedad. Los tópicos y los defectos de las personas siguen conformando la base del presunto humor de este señor.Si el hecho ya es suficientemente triste en los albores del siglo XXI, lo es mucho más el que actúe en una televisión pública, pagada por gangosos y cojos, gitanos y payos, tuertos y parapléjicos, andaluces catalanes y, en definitiva, por muchos que, como yo, no sentimos nostalgia de pasados "gloriosos" de landismo y pandereta.
Señor López-Amor, señora Aguirre, ¿para cuándo una televisión plural que no se mida sólo por el rasero de sus gustos personales?-
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