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Reportaje:OASIS DE AGOSTO

Estío en el cerro de los Locos

La Dehesa de la Villa, con sus árboles y terrazas, es el refugio verde de los vecinos de Moncloa y Tetuán

Hay un cerro de los Ángeles y un cerro de los Locos. Aunque este segundo, en pleno parque de la Dehesa de la Villa (Moncloa), no figure en los planos. Los vecinos de Tetuán y Valdezarza acuñaron este nombre en homenaje a quienes hace 30 años, cuando la gimnasia al aire libre se consideraba estrambótica, utilizaban este cerro, antes llamado de las Balas, para sus ejercicios. Algunos de aquellos chalados siguen fieles a su cita.En plena canícula, el lugar es despiadado porque el sol cae a plomo. Pero existe un pequeño vergel, con sombra y frescor, habilitado por una veintena de jubilados y amantes de la Dehesa. En él han plantado fresnos, cactos, flores y plantas aromáticas. Han construido bancos de cemento y piedra y disponen de una ducha de factura municipal. La última novedad son unos aparatos caseros de musculación formados por bancos de madera con tiras de tela para sujetar brazos y piernas.

Tomás García, un jubilado de Valdezarza de 68 años, es uno de los habituales del cerro. Se le puede ver, azadilla en mano, arreglando los alcorques de los árboles que él mismo ha plantado. "Llevo 30 años viniendo aquí, y más desde que me retiré. Para nosotros, esto es media vida", explica cuando, al caer la tarde, recoge sus pertrechos para regresar a casa.

Este grupo de voluntarios no adscritos a ninguna ONG tiene sus personajes, como el del peluquero que, tijeras en ristre, arregla el pelo en pleno parque a cuantos quieran pasar por sus manos. "Incluso viene aquel boxeador al que se le conocía con el apodo de Young Martín; hace años entrenaba aquí, pero ahora sólo acude a pasear", concluye García. A unos metros, varios chavales juegan al frontón en un antiguo transformador de la luz, ahora base de antenas de la telefonía móvil. Las vistas desde este lugar son magníficas.

Debajo del cerro, por el circuito de hacer ejercicio y paseo, unos corren y otros caminan. Al otro lado, en la zona alta de la Dehesa, junto a Valdezarza, los jubilados tienen su pequeña timba. "Éste es nuestro parque", explican tres nonagenarios. ¿Contribuye la Dehesa a la longevidad? "Ni idea, pero aquí corre mejor aire que por Lavapiés y tenemos una fuente con agua muy buena".

Para estos mayores, el parque está peor que nunca. "No lo riegan lo suficiente y hay árboles y matorrales que se están secando. Debe de ser que, como somos un barrio popular, no interesamos al Ayuntamiento", explica uno de estos habituales.

Algunos de ellos simultanean las cartas y la charleta vespertinas con el juego mañanero de petanca en un espacio habilitado en la calle de Francos Rodríguez, junto a la zona de las terrazas, la más bullanguera de la Dehesa. Tres de estos quioscos ejercen de merendero veraniego del vecindario. El cuarto tiene ambiente de bar de copas. Entre tortillas de patata y cervezas se celebran cumpleaños, se cuentan anécdotas de las vacaciones o simplemente se escapa del calor de las casas.

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