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Noticias de verano

JOSÉ RAMÓN GINER Uno de los libros más deliciosos que pueden leerse en cualquier momento, es el Diccionario de ideas recibidas, de Gustave Flaubert. Yo no me canso de recomendarlo a los amigos. Sus páginas son un enorme monumento a la tontería y al lugar común. Tienen, además, la virtud de reflejar el espíritu de una época mucho mejor y más sutilmente que la mayoría de los tratados de historia, siempre demasiado preocupados por los grandes hechos. Leyendo este Diccionario de Flaubert, uno confirma que somos, en buena medida, hijos del XIX. ¡Cuántos de los tópicos de entonces permanecen hoy vivos y actuales entre nosotros! ¡Cómo se viene abajo esa idea, tan favorecida por la técnica, de que habitamos un mundo libre de prejuicios! Uno de esos lugares comunes de nuestro tiempo sostiene que, durante los veranos, los periódicos carecen de noticias interesantes. Ello viene asociado a la idea, mantenida por muchas personas, en especial los propios periodistas, de que una de las pocas cosas capaz de despertar el interés del lector es la actividad política. Como, durante los veranos la actividad política tiende a adelgazar y se reduce al mínimo, de ahí la creencia de que en estos meses no ocurre nada de realce. Salvo catástrofe mayor o sentencia del caso GAL, claro está. No negaré ahora la importancia de la política para la vida de un país. Sin embargo, me parece que el día que los diarios se decidan a contar únicamente aquello que sea noticia de la actividad política, y no lo que los políticos dicen de los unos y los otros, las páginas dedicadas a estos asuntos se verán muy mermadas en los periódicos. Yo les invito a que hagan ustedes una prueba cual-quier mañana. Cojan un diario, preferiblemente de carácter nacional, y tachen, de las páginas destinadas a la política, todo aquello que no sea estrictamente una noticia, un hecho, un suceso. Eliminen todas esas interminables declaraciones en las que unos políticos se enzarzan con otros, sin acabar nunca de escucharse. Cuando acaben esta operación, estoy convencido que se sorprenderán del poco espacio que habrá quedado libre de tachaduras. Yo he repetido la experiencia en varias ocasiones y los resultados han sido similares en todas ellas. Si, como parece, entre los periódicos de los Estados Unidos se está extendiendo la costumbre de relegar la política ante otros temas que preocupan más a los ciudadanos, yo confío en que nuestro país, que tantas modas importa de allá, no tarde demasiado en introducir también ésta. Dispondríamos así de unos periódicos más ágiles y equilibrados, más divertidos y, lo que es más importante, muchas personas volveríamos a interesarnos por la política. Por lo demás, no hagan ustedes caso a esa absurda idea de que los diarios no traen noticias atractivas durante los veranos. Al contrario, vienen cargados de informaciones interesantísimas. Esa necesidad de ocupar el espacio que deja libre la actividad política, propicia que los señores redactores jefe den paso a noticias suculentas para las que, en otras circunstancias, no encontrarían fácil acomodo. Créanme, es una suerte que los políticos se vayan de vacaciones.

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