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El rey Carlos

Sainz es ya, con 22 victorias, en el Mundial, el mejor piloto de rallies de todos los tiempos

"¡Reyes, hemos ganado!". Pocos minutos después de las seis de la mañana, una voz familiar despertó el lunes a la esposa de Carlos Sainz en su hogar vacacional de la costa mallorquina. Era Juanjo Lacalle, el fiel manager del bicampeón mundial de rallies, que cumplía así con una tradición intocable. Esta vez llamaba, textualmente, desde la otra punta de la Tierra. Y, como siempre que termina una carrera -Sainz ha corrido 104 desde sus comienzos en 1987-, anunciaba el resultado del hombre de la casa.El tono de la voz que llegaba desde los antípodas no ofrecía ningún tipo de duda: toca alegría en casa de los Sainz. Papá es el piloto que más rallies ha ganado en la historia del Mundial.

No deben inquietarse quienes pregunten por qué el campeón no llamó personalmente a su familia. Además de un número uno, es un padrazo y un marido ejemplar. Y cumple con el teléfono en cuanto puede. Pero la llamada del tío Juanjo siempre es la primera, la que suena en cuanto el coche de Carlos atraviesa la bandera a cuadros del último tramo cronometrado de un rally.

Entonces, mientras el piloto aún no se ha quitado el casco ni ha dejado el coche en manos de sus asistentes, el manager asalta la cabina más cercana, ya sea en un hotel colonial a las afueras de Nairobi (Kenia), junto a una granja de los bosques de Kielder (Escocia), en un cruce de carreteras helado del norte de Värmland (Suecia) o en un chiringuito rutero de la sierra de Córdoba (Argentina).

La telefonía móvil ha simplificado la misión del hombre que tutela a Sainz desde antes de que el madrileño tuviera carné de conducir. Pero en Raglan, un pueblito de la costa oeste de Nueva Zelanda, no había cobertura ni siquiera para el equipo que tiene como uno de sus patrocinadores a MoviStar. Y Lacalle tuvo que recurrir al servicio público para explicar que su chico de oro acababa de ganar su 22º rally del Mundial para convertirse en el nuevo hombre récord de la especialidad.

Hacía pocos minutos que Sainz, de 36 años, había abrazado a Luis Moya, su copiloto desde hace 10 temporadas. "¡Sí!", le gritó el gallego dicharachero al serio madrileño -el copiloto es del Barça, y el piloto, del Real Madrid- al comprobar que la suma de tiempos les daba la victoria.

Por el entusiasmo de ambos parecía como si fuera la primera, cuando las cuentas de la historia opinan diferente. Sus 22 triunfos -el primero fue en Grecia en 1990- convierten a Sainz en el mejor piloto de todos los tiempos, por encima de leyendas como los finlandeses Kankkunen o Alen. Una etiqueta, la de número uno, que para muchos ya merecería por factores no estadísticos, tiene ahora el aval de la fría contabilidad.

La nómina de sus éxitos incluye Acrópolis (Grecia), Nueva Zelanda, Mil Lagos (Finlandia), RAC (Inglaterra), Montecarlo, Safari (Kenia), Cataluña, Portugal, Córcega, Argentina e Indonesia.

Nadie ha obtenido tantos laureles distintos, aunque de las pruebas que componen el Mundial aún se le resisten Suecia, San Remo y Australia. Las dos últimas pueden caer este mismo año, pues aún no se han disputado, y también hay tiempo para sumar la primera, ya que Carlos seguirá en activo al menos dos temporadas más, según el contrato que tiene firmado con Toyota.

Bicampeón del mundo (en 1990 y en 1992), aspira ahora, seis años después, a la tercera corona. A falta de cuatro pruebas para finalizar el campeonato, dispone de tres puntos de ventaja sobre el escocés Colin McRae.

Un presente envidiable para un piloto único. Carlos no piensa para nada en el adiós, pero sí mira al futuro. Por eso ha constituido una fundación y apoya un programa para buscar jóvenes pilotos en España.

A Carlitos, el único varón de sus tres hijos, aún le faltan unos años para saber si tiene madera. De momento, alucina cuando ve la estampa de su padre en las gasolineras -hasta hace poco, las de Repsol, y dentro de nada, las de Castrol-. El muchacho, junto a sus hermanas Blanca y Ana, lo único que sabe es que en casa hay un chófer de primera.

Cuentan que su expresión preferida es de lo más gráfica: "Adelante, adelante, hay un machote al volante", dice Carlos Sainz júnior. Y papá Sainz se ríe con gusto.

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