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Reportaje:

La grieta más honda

Las instituciones abandonan a su suerte a siete familias desalojadas hace un mes de sus pisos

Grietas profundas, ventanas bloqueadas, suelos que han cedido, puertas que no funcionan. Es como si un terremoto hubiera dejado su temible huella en las casas del número 1 de la calle de Juan de la Peña, en el distrito de Vallecas Villa.Hace un mes, siete familias abandonaron las viviendas que habitaron, en alquiler, más de 30 años. La causa: el progresivo deterioro que presentaban, supuestamente como consecuencia de las obras de extensión de la línea 1 del metro. Desde entonces, los vecinos viven acomodados en casas de familiares y amigos. No tienen domicilio fijo, no saben cuánto tiempo pasará antes de que puedan volver a sus hogares y se sienten "completamente abandonados".

Todo empezó con pequeñas grietas en las paredes. "Aparecieron justo después de que en la calle de al lado, Jesús del Pino, construyeran un pozo como parte de las obras del metro", cuenta, muy angustiada, Antonia Cañizares, una de las afectadas.

El primer desalojo se produjo el pasado 23 de junio. Ante el alarmante deterioro de las casas, los vecinos, asustados, llamaron a los bomberos y solicitaron ayuda. El mal estado del inmueble hizo que éstos recomendaran que cuatro familias abandonasen de inmediato el edificio. La situación empeoró, y seis días después otras tres familias tuvieron que salir de sus viviendas con lo justo para soportar su drama.

En el número 14 de la calle Manuel Pavía las tres casas colindantes con el edificio afectado en Juan de la Peña comenzaron a padecer una situación similar. Allí también aparecieron grietas, cedió el suelo y la incertidumbre se apoderó de sus habitantes.

Lo peor es que unos y otros acudieron a la Consejería de Obras Públicas, y después del respectivo estudio, les dijeron que los daños no eran consecuencia de las obras del metro. Por eso ahora, más que nunca, se sienten "solos".

"Es como una pesadilla. Primero pasamos largas noches en vela pensando que la casa se nos iba a caer encima y ahora andamos de un lado para otro sin sitio fijo", cuenta Antonia.

A ella, su nueva condición de nómada le ha hecho caer en depresiones sucesivas y su esposo también ha resultado seriamente afectado.

Y no es la única. La mayoría de residentes en el edificio de la calle de Juan de la Peña son personas jubiladas que apenas ganan lo suficiente para vivir y pagar las 12.250 pesetas que cuesta el alquiler. Por ahora, han tenido que resignarse. "Lo más lamentable es no saber nada, no tener respuesta alguna", comenta un vecino del sector.

"Tarde o temprano el dueño del edificio tendrá que repararlo y hacer el sondeo para saber las causas exactas del problema. Mientras eso pasa yo me pregunto quién nos pagará toda esta angustia y los trastornos que han sufrido nuestras vidas", dice Antonia.

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