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TOUR 98

Prohibido hablar de dopaje

Carlos Arribas

El problema del Tour 98, han decidido los protagonistas, es que la prensa está más atenta a reflejar en sus crónicas los asuntos turbios que nada tienen que ver con la carrera (investigaciones judiciales, detenciones policiales, la EPO y el dopaje en general) que a glosar las hazañas de los pedalistas. Es la conclusión más inesperada de la reunión que a las 10 de la mañana mantuvieron ayer corredores (uno por equipo), directores, la organización del Tour y miembros de la Unión Ciclista Internacional (UCI).La cumbre era la respuesta al intento de huelga de los ciclistas la víspera en Tarascón. Los corredores prometieron no volver a ser malos con el Tour, y, a cambio, la UCI levantó la amenaza de poner en marcha ya los anunciados controles de salud exhaustivos y la tarjeta sanitaria correspondiente. Con la ampulosidad propia del organismo que vicepreside (la UCI), el francés Daniel Baal, anunció que a finales de temporada tendrían lugar unos "estados generales del ciclismo", en los que se reunirán todas las partes implicadas (organizadores, patrocinadores, equipos y corredores) para sentar las bases del ciclismo del futuro a la luz de las enseñanzas extraídas del Tour más tormentoso. "No hay motivos para que el Tour no siga", dijo Baal.

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"¿Qué habéis decidido?", preguntó un ciclista al representante de su equipo. "Que a partir de ahora sólo podemos responder a la prensa a las preguntas puramente deportivas. No vamos a hablar de dopaje. Ni nosotros, ni directores, ni médicos, ni masajistas, ni mecánicos, ni nadie". "¿Y eso es todo?", le preguntó incrédulo el corredor. Eso lo anunció también Baal: "El deporte debe recobrar el protagonismo".

La reunión reprodujo la relación de fuerzas que se vio la víspera en la revuelta de Tarascón. Los directores mayoritarios, los que obligaron a sus corredores a tomar la salida, tomaron el mando después de dejar que la minoría (los españoles unidos: Sáiz y Echávarri llegaron con Marino Alonso y Jalabert en el mismo coche, uno del Banesto) les cantaran las cuatro verdades a la cara de Roger Legeay, el presidente de la asociación de equipos, el hombre que puso en marcha la petición a la UCI de que empezara ya con los controles sanitarios. Pasado ese trago, Walter Godefroot, el director del Telekom, y Bjarne Riis, el ciclista que más luchó para que la huelga no triunfara, llevaron el agua a su molino. "No podemos seguir aguantando esta situación", dijo el director belga. Riis contó cómo una cámara de un canal de televisión está enfocando todas las noches a la ventana de su habitación, a la espera, sospechaba, de captarle realizando algún movimiento sospechoso en materia de dopaje. También recordaron cómo algunos periodistas consideraban trabajo de investigación el hurgar en la basura de los hoteles de los equipos. "Es inaguantable". Todos estuvieron de acuerdo. Los corredores más comprometidos (Jalabert, Tchmil, Rodríguez) salieron tristes. "El problema es que estamos desunidos", dijo Tchmil.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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