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TOUR 98

El pelotón pidió agua

Van Bon gana una etapa presidida por el calor y en la que Cipollini abandona

Luis Gómez

Van Bon se apuntó la etapa del calor, una jornada presidida por un sol exagerado que mediatizó la actuación del pelotón. El asunto fue muy sencillo: los 170 corredores en carrera se dedicaron más a labores de hidratación que a buscarle las vueltas a la etapa. Es decir, el pelotón no hizo otra cosa que pedir agua. Fue una obsesión. El calor acabó con la presencia del italiano Mario Cipollini en el Tour que, vista la situación, se quedó descolgado y no lo dudó demasiado: pidió el coche y puso pie a tierra. Tampoco dudó en despedirse de los aficionados saludando sonriente a las cámaras de televisión mientras emprendía camino a la meta. Cipollini ya había anunciado que, a más tardar hoy, le esperaban su mujer y su hijo en la playa. El asunto no fue grave: anticipó en unas horas su despedida. Se retirará como un gran sprinter y no habrá acabado un Tour. Así es Cipollini, genio y figura.De Montauban a Pau no hizo otra cosa que calor, un sol abrasador, tenaz, implacable. Sobre el asfalto ardiente no es fácil correr, no cuando el terreno no anuncia otra cosa que sol, no cuando la lucha por hidratarse toma caracteres descomunales y se convierte en una obsesión. Eso fue la etapa de ayer, un largo y tedioso combate contra las altas temperaturas: el pelotón aceptó el armisticio y sacrificó a seis compañeros a una fuga que dejara la carrera tranquila.

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Más de 40 grados

El domingo se vivió un anticipo de lo sucedido ayer. La temperatura superó los 40 grados y el sol cayó a plomo sobre el pelotón. Los coches auxiliares dedicaron buena parte de su actividad a proveer de líquido a los corredores, pero las existencias casi se agotaron cerca de la meta. Según algunos cálculos se habían distribuido 200 bidones por equipo, lo que hace una media de 20 bidones por corredor (directores y auxiliares también beben). El lunes el personal actuó con premeditación: se distribuyeron numerosas bolsas de hielo para mantener las neveras y una ración extra de líquido elemento. Pero, ¿cómo se combate el calor durante seis horas sin una miserable sombra que te cobije? No hay lucha posible: el pelotón sacó bandera blanca, envió a seis valientes por delante para cubrir el expediente, y se dedicó a beber compulsivamente.La alta temperatura demanda hidratación constante para evitar que el organismo se vaya al garete. Pero mantener una hidratación razonable, beber lo justo y necesario, requiere una dureza mental que, a 40 grados, no es fácil de mantener. Máxime cuando el agua empieza a ir de mano en mano, frenéticamente, como un susurro tentador. De nada valen los consejos ni intentar un racionamiento: el corredor peca y enloquece en busca de líquido alimento. No hubo otra historia.

En esas condiciones no hubo combate propiamente dicho sino lucha por la supervivencia. La cercanía de la meta significó la presencia de mayor público en la cuneta, una posibilidad nueva de adquirir agua. Agua, agua, el pelotón se pasó la jornada pidiendo agua.

Los seis valientes que desafiaron al calor obtuvieron una ventaja razonable que estuvo a punto de agotarse. A ellos les quedó la responsabilidad de repartirse la victoria del día, que fueron negociando con dosis de crueldad. Lejos de ser solidarios, calcularon a quién podrían echar antes por la borda. El primer descartado fue el español Francisco Benítez, al que se incorporó el ruso Alexei Sivakov. A 25 kilómetros de la meta se quedaron tres para el reparto (Van Bon, Lelli y Voigt) y un cuarto aparentemente desperdigado, el francés Agnolutto, mientras el pelotón despertaba de su letargo. Agnolutto fue protagonista decisivo: mientras los tres de cabeza dudaban cómo afrontar los tres kilómetros finales, ya que disponían de dos minutos de ventaja, apareció de golpe Agnolutto. Su ataque imprevisto les despertó porque, de lo contrario, habrían sido absorbidos por el pelotón, que se presentó en la meta a 12 segundos. La victoria fue para Van Bon, el único que podrá sentirse satisfecho de la jornada. A la misma velocidad que llegaron se fueron a las duchas. Más agua, el pelotón se pasó el día pidiendo agua.

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