_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los tres tenores

Las apariencias engañan y la mentira está llena de verdades. Es verdad que los concejales del Partido Popular de Sevilla, con la alcaldesa a la cabeza, se pegaron un homenaje gastronómico el pasado jueves en un restaurante de Reina Mercedes. Es verdad que poco antes de este refrigerio comparecieron en rueda de prensa los portavoces de los otros tres grupos municipales: de izquierda a derecha, Luis Pizarro, de IU; José Luis Villar, del PA; y Carmelo Gómez, del PSOE. Los tres tenores interpretando Carmen de España, que no la de Merimée; portavoces de Carmen Diz de los quiosqueros, que no a la remanguillé. Los portavoces no habían aprovechado el ágape de la derecha para hacer un giro a la izquierda porque, entre otras cosas, las competencias de Tráfico siguen siendo de Luismi el del PP. Era una convocatoria para informar de la negociación que la junta de portavoces se disponía a hacer ante los distribuidores de prensa; encendía la morriña de un triunvirato ideológico que dejó a la UCD sin alcaldías en las capitales andaluzas. En aquel pacto del 79 guisado a nivel nacional por Alfonso Guerra e Ignacio Gallego que convirtió a Antonio Rodríguez Almodóvar en eximio cuentista, estos portavoces no podían ni votar: Carmelo tenía 10 años y presentaría enmiendas a la totalidad a Barrio Sésamo; Pizarro y Villar estaban a punto de cumplir los 18 y estarían más pendientes de emular a Travolta que de ganar el Tour. Gómez, Pizarro y Villar comparecieron para que se acabe de una vez el conflicto de los quiosqueros y éstos puedan vender las revistas en las que se presenta en sociedad a Felipe Juan Froilán de Todos los Santos. En el argot artúrico de Rosa Bendala, que era concejala cuando se celebraron los esponsorios, un niño ha nacido en Camelot, esa analogía que la munícipe utilizó cuando la Avenida de la Constitución se llenó de banderas y pendones carmesí que parecían anunciar un torneo medieval. Al final de la Avenida nació un poeta que ganó el Nobel, Vicente Aleixandre, y creó espadas como labios en una fragua donde Marmolejo hará una réplica de Excalibur. Y a Felipe Juan le contarán la historia de San Froilán, el patrón de Lugo, aquel santo gallego que según Cunqueiro inculcó en el lobo el respeto a las ovejas. Balando con lobos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_