Sólo una voz
Su nombre hizo que 700 personas acudieran a un encuentro con la palabra desnuda. Su voz, hizo más. Su voz cascada, dura y llena de sentimiento consiguió casi un milagro: que esas 700 personas guardaran un respetuoso silencio durante una hora larga en la que sólo se oyó poesía. Versos en estado puro, sin que los arropasen escenificación, decorados, ni músicas. Quien hizo posible el prodigio, mayor aún si se tiene en cuenta que en la noche del lunes -cuando se produjo- los termómetros subieron hasta lo impensable, fue Francisco Rabal. El actor, uno de los grandes de la escena española, abrió con su recital poético el Festival Internacional de Itálica, que en esta edición se ha refugiado en el patio de la Diputación de Sevilla, institución que lo organiza. Los versos con los que Rabal convidó a los sevillanos -el recital fue un regalo que hizo el actor que participa en la extensión del festival en la provincia- eran de Antonio Machado, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez, entre una nutrida lista. En su selección, que paseará por cuatro pueblos de la provincia sevillana, no faltan nombres que él mismo conoció, poetas en el exilio con los que Rabal se encontraba cuando el cine le hacía salir de España como Juan Rajano o Pedro Garfias. "Iré intercalando algunos poemas difíciles de decir, de esos que tienes que releerlos para poderlos entender", advirtió al subir al escenario vestido con traje blanco y camisa granate. Esos poemas difíciles son de Dámaso Alonso, Aleixandre, Rosa Chacel o un texto de Luis Cernuda. El actor quiso enfrentarse al público solo, sin el apoyo de la música a la que se aferran algunos rapsodas, una manía que cogió trabajando con Luis Buñuel en México. "Él grababa las bandas sonoras porque le obligaban los sindicatos, pero luego no las incluía en sus películas", explica el actor. Rabal, de 72 años, se crece en el escenario. En un acto de arrojo, como los que se dan en el toreo, Rabal leyó sin gafas y alumbrado por una escasa luz. Detalles que, por si el público no se había fijado en ellos, él se encargó de precisar, como el que no quiere la cosa. En su particular selección de versos no faltaron los que lloraron la trágica muerte de Lorca como El crimen fue en Granada, de Antonio Machado. Rabal dejó bien claro de qué mal murió Federico: asesinado. Un episodio de la vida del poeta granadino que, como han criticado algunos, se ha obviado en algunas de las exposiciones que este año celebran el centenario de su nacimiento. Durante la hora y cuarto que estuvo en el escenario, en el patio de la Diputación que ocupa un antiguo cuartel de la Guardia Civil, el actor tomó prestado la voz de muchos de sus personajes, pero especialmente la de Juncal -el torero retirado al que encarnó en una serie de televisión del mismo nombre-. "¿Dónde no tiene amigos Juncal?", se preguntó al final, para autoconvencerse de que no le faltará público cuando -del día 21 al 25- acuda a sus citas de Alcalá de Guadaira, Los Palacios, Mairena del Alcor y Mairena del Aljarafe.
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