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Extremistas protestantes queman vivos a tres niños en Irlanda del Norte

Murieron quemados vivos. Tres niños de edades comprendidas entre los 8 y los 10 años, hijos de madre católica y padre protestante, no pudieron abandonar su casa en llamas tras el ataque con bombas incendiarias perpetrado por extremistas protestantes en Ballymoney, un pequeño pueblo del condado norirlandés de Antrim. El salvaje atentado ha desatado un auténtico clamor popular en el Reino Unido. El primer ministro británico, Tony Blair, denunció el crimen como "una barbarie" obra de "viles criminales". Pero no por ello los orangistas han suspendido su desafío en Drumcree. Es más, han decidido mantener los desfiles conmemorativos de sus triunfos sobre los católicos en el siglo XVII. Para hoy está convocada una marcha en Belfast. El portavoz de los orangistas de Drumcree, David Jones, dijo ayer que la responsabilidad del ataque debería recaer "sobre toda la sociedad" y que la única forma de "parar el problema" era dejarles desfilar por los barrios católicos. Jones negó toda relación entre este nuevo episodio de limpieza étnica y sus desfiles. Este asesinato, el más escalofriante de los últimos años, evidencia que existe un plan de los extremistas para profundizar la división entre las dos comunidades norirlandesas mediante una violenta campaña de intimidación y asesinatos.

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