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ESTAMPAS

Henri Cartier-Bresson

En 1932, Cartier-Bresson viene por primera vez a Andalucía. En su iniciático viaje mira y descubre qué es lo que importa de lo que ve, dónde está lo esencial. Tiene inquietud, intencionalidad y extrañeza de sobra para crear de lo cotidiano algo sustancial. Como esta foto. En el instante decisivo. Sorprende encontrar la frescura de esta foto de gitanos de la Granada de 1933, en esta nueva edición del Rinconete y Cortadillo cervantino. Divertidos y pícaros, sostienen la mirada del fotógrafo con cierta sorpresa y pasotismo incrédulo. La rapidez de respuesta del fotógrafo al estímulo que le producen los gitanos hace trepidar ligeramente la cámara. El humo del cigarrillo, los modernos graffittis de la pared y la luz que ilumina crean una atmósfera envolvente e inquietante, de rechazo y atención, del porqué de una cierta aristocracia de la pobreza, de superioridad encubierta. Nos hace mirar la foto varias veces, descubriendo nuevas lecturas secundarias, pero maravillosas: el traje con arrugas y a rayas, el pañuelo que sostiene uno de los gitanos, el colmillo roto, ¿qué serán los dibujos de la pared?, la boca de ratón... Todo artista hace de lo extraordinariamente imposible un reto. El primer viaje de HCB fue una historia de gitanos, prostíbulos, miseria, pillos, titiriteros y demás afines, y también de niños solitarios o niños pobres que juegan pintando con cuerpos esmirriados las luces de sus fotos, atrapando imágenes lúcidas y valientes que forman parte de cualquier catálogo donde aparezca su nombre.

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